A don José
Barceló Llorca y a Jaime Marco “El Choni”,
Que tuvieron la suerte de ser amigos de
Manolete.
Con el afecto
del autor.
Cuando el 18 de julio
de 1940 los carteles anunciaban en la plaza de toros de Murcia un sensacional
mano a mano entre Domingo Ortega y Manolete, me imagino la curiosidad y la
ilusión de los aficionados. Hasta que estalló la guerra civil, en julio de
1936, Domingo Ortega fue asiduo componente de las corridas que se organizaban
en nuestra ciudad. Figura indiscutible, primerísima, desde que en marzo de 1931
tomara la alternativa en Barcelona, tras haber toreado muy pocas novilladas,
pero con un aprendizaje muy duro por las capeas de castilla, su nombre era
imprescindible en todo cartel de lujo. Y es, sin duda alguna, el torero más
importante de la década de los treinta.
Los aficionados de esta
parte ignoraban qué sería de sus ídolos, pues es de suponer que las noticias
taurinas serían nulas, y, por otra parte, las preocupaciones de los murcianos
serían muy otras ante un enfrentamiento tan incivil y absurdo.
José Vera "Niño del Barrio" |
Pero la afición sigue,
a pesar de todo. Eran los años en que José Vera “Niño del Barrio”, novillero
puntero de los años treinta, abocado a la alternativa, veía marcharse sus
ilusiones con los avatares de la contienda; eran los tiempos en que surgía un
novillero caravaqueño de personalidad desbordante: Pedro Barrera.
Así, con dificultades y
todo, porque el ganado escasea en esta zona, en 1937 se dan en Murcia hasta
diez festejos taurinos, la mayoría con la participación del “Niño del Barrio” y
de un torero sevillano que en su día hizo concebir grandes esperanzas.
Alternativado en su Sevilla natal en 1928 renuncia a la alternativa años
después y vuelve al escalafón inferior. Su toreo de capa es muy notable, su
estilo, finísimo. De ahí su apodo: Mariano Rodríguez “El Exquisito”.
Con ellos hacía el
paseíllo un tal Julián Medina “El Alhameño”, Juan Tirado… Hasta una corrida
mixta hubo el 10 de octubre de 1937, en la que mataron cuatro toros Rafael Vega
de los Reyes “Gitanillo de Triana”, hermano del desaparecido Curro Puya, y
Félix Colomo. Los novillos son pasaportados por nuestro Pepe Vera “El Niño del
Barrio”.
Mariano Rodríguez "El Exquisito" |
¿Fechas de estas
novilladas? El 5 y 19 de junio y el 12 de julio. Por cierto que en la del 5 de
junio actúa el ya mentado Juanito Tirado, diestro jienense, que a la semana
siguiente encuentra la muerte al ser cogido por un novillo en la plaza de toros
de Úbeda.
A partir del 12 de
julio, un silencio taurino en la plaza de la Condomina. El 1 de abril de 1939,
la guerra ha terminado. El pueblo quiere olvidar los horrores vividos y vuelve
con ilusión a los toros en la fecha torerísima del 8 de septiembre para
presenciar la actuación de Vicente Barrera, el abuelo del actual Vicente
Barrera; Pascual Márquez y Juanito Belmonte, estos dos últimos “hechos” en
estos tres años de pesadilla. Pascual Márquez es un torero valentísimo, hijo
del conocedor de la ganadería de Moreno Santamaría. Es torero popular, muy del
pueblo. Su estilo es espeluznante y Sevilla está volcada con él. Lo ha
alternativado en 1937, en la Maestranza, el gran estoqueador Luis Fuentes
Bejarano, con una gordísima corrida del hierro de Pablo Romero. Juanito
Belmonte es hijo del inconmensurable Juan, el “Pasmo de Triana”. No es la
primera vez que asoma por Murcia, que ya lo hizo de novillero en 1935 formando
pareja con el hijo de otro diestro famoso, José Ignacio Sánchez Mejías, vástago
del gran Ignacio, el del poema de Federico García Lorca.
Y ya, más repuesta la
ciudad, más reorganizada la afición, 1940 nos trae en su primera mitad nada
menos que seis festejos. Se inician éstos el día de San José, el 19 de marzo,
con una novillada en la que actúa Pepe Cerdá, luego banderillero notable, luego
fotógrafo taurino, muy popular en el Levante español. La nota destacada de
aquel festejo corre a cargo de un espontáneo que deja a todos boquiabiertos,
tal es su soltura y su decisión ante la res. El espontáneo se llama Antonio
Sánchez y más adelante habríamos de conocerle con el sobrenombre de “Niño de
Caravaca”.
Antonio Sánchez "Niño de Caravaca" |
El reencuentro con el
Domingo de Resurrección, fecha taurina donde las haya, es el 24 de marzo. Al
cabo de cuatro años, las imágenes de Salzillo, la del Cristo de la Sangre, la
Dolorosa de Ruiz Funes, han vuelto a perfumar las calles de Murcia, a llenarlas
de un fervor entusiasta, solemne. Vuelven a Murcia los toros legendarios de
Trespalacios y es, también, un reencuentro de la afición con el siempre joven
maestro Marcial Lalanda, que a estas alturas lleva ya veinte años de
alternativa y es el eslabón que une los tiempos de Joselito y Belmonte con las
nuevas generaciones. Con todos ellos ha competido, ocupando siempre un lugar
preeminente en el escalafón. Con él hacen el paseíllo este día Pepe Bienvenida,
el inmenso Pepote, torero muy largo, de los que pueden con todos los toros, y
el finísimo Curro caro.
Ganas de toros hay en
Murcia, pues el domingo siguiente, 31 de marzo, tenemos una novillada postinera
con Pedro Barrera, que está ya en novillero puntero; el sevillano Paquito
casado y Aurelio Puchol “Morenito de Valencia”. Al día siguiente, 1 de abril
festivo por aquel entonces, repiten los dos últimos y se incorpora al cartel
otro novillero de primera fila: Manolo Martín Vázquez.
"Morenito de Valencia" |
El 19 de mayo la plaza
de la Condomina vuelve a abrirse para ser testigo de un mano a mano muy
interesante. Los toreros de la tierra “El Niño del barrio” y Pedro Barrera se
las van a entender con seis santacolomas de Joaquín Buendía. El 2 de junio,
ambos novilleros vuelven a encontrarse en el mismo ruedo, esta vez en festejo
de ocho novillos, con el acompañamiento de Domingo y Pepe Dominguín, que se
presentan en Murcia.
Y así desembocamos, con
la afición ya embalada, a aquel 18 de julio de 1940.
Presentación en Murcia
Domingo Ortega sigue siendo el maestro de siempre, el torero de
maravilla, que dice su pasodoble. Ahora, menos duro en su estilo, más suave,
más depurado, quintaesenciado, diríase que juega con los toros, adaptado a este
toro que difiere en mucho del bronco y tremendo de los años treinta, donde su
muleta era como un trallazo. El toro de esta hora es más chico, pero muy
repetidor en sus embestidas. Así, pues, a Ortega todos le conocen. De Manolete
llega mucho ruido con exclamaciones de asombro. Se ha hecho en la, otra zona y
poco sabemos de su carrera novilleril, que transcurre, lógicamente, por las
plazas del sur.
Toma la alternativa el 2 de julio de 1939, en Sevilla, de manos
del gran Chicuelo, y en las catorce corridas que torea dicho año llena a los
públicos de estupor, como ocurriera en sus tiempos con Juan Belmonte, el que
por cierto le ha visto torear en el Puerto de Santa María una corrida de Pablo
Romero a la que el cordobés le corta las cuatro orejas y dos rabos y que cuando
el crítico “Clarito”, que aún no ha visto a Manolete, le pregunta su opinión,
el trianero responde con su tartamudeo característico: “Yo, que no debía
asustarme de nada, cuando lo vi me asusté”."Clarito" |
Cuando llega a Murcia
lleva ya 25 corridas en las que ha ido perfeccionando su difícil tauromaquia.
Barcelona, la plaza en que más veces haría el paseíllo, se le ha entregado y en
Sevilla, en sus tres actuaciones de la feria, con los hierros de Tassara,
Villamarta y Miura, ha puesto el pabellón muy alto. Sevilla, a pesar de su
rivalidad taurina con Córdoba, va a ser siempre muy manoletista. Pues todo eso
sabíamos de él cuando aquel día acudimos a la, plaza para ver al de Borox y a
él frente a seis toros salmantinos de Terrones. Como sucede con todo gran
acontecimiento, las entradas eran caras y quizás esto, quizás el calor que
debía hacer, motivó que la plaza solo se ocupara en su mitad. Y la verdad es
que los que se quedaron en casa se lo perdieron, pues el maestro Ortega tuvo
nada más y nada menos que este balance: en el que abrió plaza, saludos desde el
tercio; en el tercero, dos orejas y rabo, y en el quinto, que brindó a aquel
gran murciano anfitrión de toreros y artistas que se llamó Pepe Balaguer, cortó
orejas y rabo.
Julián Alcaraz, pintor |
Por su parte, Manolete
fue muy aplaudido en el segundo de la tarde, cortó las dos orejas y rabo del
cuarto y en el sexto, que brindó al pintor Julián Alcaraz, fue muy ovacionado.
El crítico taurino que juzgó la corrida opinó así del cordobés: “Teníamos
verdadero interés en comprobar qué clase de torero es Manolete. Creemos que el
puesto que ocupa en el toreo lo debe más que nada a su valor temerario. Porque
a Manolete le ocurre con el toro como al baturro del cuento con el tren. Se
pone delante de su camino y no se aparta y si le roza la faja no se mueve”. Y
de su faena al sexto dice: “Siguió toreando al último como si los toros no
tuviesen cuernos. El público se asusta con su manera de torear, quizás porque
tiene un toreo seco y sobrio”.
La temporada de 1940
sigue en plan triunfal y asimismo ocurre con Domingo Ortega, con el que
coincide en el ruedo treinta y seis veces de las cincuenta en que va a hacer el
paseíllo. Es el cartel que quieren los públicos, es el cartel que anima a las
taquillas, por lo que la empresa de Murcia vuelve a contratarles para la fecha
del 8 de septiembre, en que saltan al ruedo los toros de Veragua, ya en manos
de la familia Domecq. El cartel tiene esta vez un aditamento importantísimo,
inmejorable. Desde el 15 de agosto, en la sevillanísima festividad de la Virgen
de los Reyes, es matador de toros el novillero más importante de los últimos
años. Tiene gran cartel en Murcia, donde actuó varias veces en 1939. Su nombre:
Pepe Luis Vázquez.
Manolete y Pepe Luis Vázquez |
Leopoldo Ayuso, crítico
taurino, empezaba su crónica diciendo: “Teníamos ganas de ver de maestro al que
tanto habíamos mimado de novillero”. Y en verdad que Pepe Luis tiene una
actuación triunfal, dando la vuelta al ruedo en el tercero y cortando una oreja
en el sexto. Otro triunfador de la tarde es Domingo Ortega, orejeado en el
cuarto y del que el crítico taurino dice: “Sigue siendo el dueño y señor del
toreo”. ¿Y Manolete? Pues Manolete estuvo muy bien con la capa en los lances de
recibo como en los quites. Hizo una faena torerísima y ceñida, entre el general
entusiasmo, pero pinchó más de la cuenta y lo que pudo ser un éxito grande
quedó reducido a una vuelta al ruedo. En el quinto aliñó y al estar moroso con
el descabello escuchó pitos.
La feria tuvo el
colofón de una novillada postinera. Con ganado de Curro Chica se las vieron
Pedro Barrera, Emiliano de la Casa “Morenito de Talavera” y Aurelio Puchol
“Morenito de Valencia”.
Los murcianos han de
ver una corrida más este año. El 12 de octubre hacen el paseíllo Pepe
Bienvenida, Pascual Márquez y Pepe Luis Vázquez. Los toros, del mismo dueño que
la novillada anterior: Curro Chica.
Testigo de la alternativa de Pedro Barrera
Manolete toreando a un Miura en Barcelona, 2 de julio de 1944 |
En 1941, la
personalidad de Manolete está suficientemente afianzada; es, sin duda alguna,
la primera figura, la más taquillera y, por consiguiente, la que más cobra.
Está solo en su cumbre y en ella se asegura más y más en una temporada en que
los triunfos apoteósicos se suceden tarde tras tarde. Valencia en Fallas,
Barcelona a lo largo de la temporada, Sevilla en feria, donde le corta un rabo
a un Villamarta, donde, a decir de Clarito, Sevilla se va a enmanoletar para
siempre, sin renunciar, añadimos nosotros, a un pepeluisismo -¡faltaría más!-
que aún perdura a través de generaciones. Otra vez Valencia en su feria de
julio, donde es testigo de la alternativa de Pedro Barrera; las ferias del
norte… Toda una sucesión de triunfos, que no se conoce hasta la fecha un torero
de mayor regularidad, de mayor constancia en el éxito.
Pedro Barrera |
Mientras tanto, por
aquí saciamos la afición con novilladas en las que actúan “El Niño del barrio”,
“Morenito de Talavera”, “Morenito de Valencia” y se presenta la pareja infantil
formada por Ramón Arasa “Fuentes” y Miguel Martín “Minuto”. Sorprenden con su
desparpajo, con su bien hacer, con su conocimiento de todas las suertes. Son
unos niños prodigio, que luego, como suele ocurrir con los de su condición, se
quedan en nada. Entretanto, en el mes de mayo una noticia luctuosa llena de
pesar a los aficionados. En la plaza de las Ventas, un toro de Concha y Sierra
ha segado la vida de Pascual Márquez.
Una cogida que lo marcó
Cuando llega la Feria
de Septiembre, la expectación es máxima. La empresa que regenta don Enrique
Ruiz ha dispuesto tres carteles muy interesantes. El día 7, con los murubes de
Carmen de Federico, hacen el paseíllo Juanito Belmonte, Manolete y Pepe Luis
Vázquez. Aquí se le quiebra al cordobés la racha de triunfos, a pesar de que el
torero viene muy embalado desde Bilbao, Antequera, Almagro, Linares, Mérida…
Plazas que son testigos
de actuaciones clamorosas. Una faena de oreja en su primero es malograda con la
espada. Las actuaciones de Belmonte y Pepe Luis transcurren entre palmas y
pitos. Al día siguiente, día 8, otro llenazo, fruto de la expectación, pues a
los tres nombres del día anterior hay que añadir, en corrida de ocho toros de
Concha y Sierra, el de Pedro Barrera, que, tras su exitosa alternativa en
Valencia, viene pidiendo paso con la personalidad arrolladora de su muleta, que
conecta enseguida con los graderíos.
Manolete sale con unas
ganas tremendas, deseoso de incorporar Murcia a su largo rosario de actuaciones
clamorosas. Ya en quites, Pepe Luis y él ponen al público en pie. Cuando coge
la muleta el cordobés va a por todas. Ha brindado al público y se ha llevado el
toro a los medios, en donde está cuajando una faena muy de su corte, entre el
delirio. En el cenit del trasteo, lo derriba el toro y lo cornea a placer, pues
al estar en el mismísimo centro, los segundos que tardan los toreros en llegar
son angustiosos. En la enfermería, el
Dr. Sánchez-Parra García escribe en el parte facultativo que el diestro padece
una herida en la mejilla derecha que llega hasta la región cigomática, otra en
la región auricular y fuerte contusión torácica. Pronóstico reservado, que le
impide continuar la lidia a pesar de que el diestro, muy maltrecho, quería
salir por encima de todo y don Ramón ha de imponer su autoridad no dejándole
volver al ruedo.
Manolete, con la herida de la boca |
Juanito Belmonte cortó
las orejas y el rabo del quinto. Pedro barrera desorejó a sus dos enemigos y
Pepe Luis, que toreó como deben torear los ángeles, malogró su actuación por su
fallo a espadas.
La feria se cerró con
una corrida en que, con los Braganzas de Curro Chica, actuaron Rafael Ponce
“Rafaelillo”, el tío-abuelo del actual Enrique Ponce, Pepe Luis Vázquez y Pedro
Barrera.
En 1942 continúa
rigiendo la plaza de toros de Murcia don Enrique Ruiz. Antes de feria, el 14 de
mayo, con ganado de Concha y Sierra, tan habituales en Murcia por aquellas
calendas, hace su presentación un novillero que lleva revolucionada a toda la
afición de la bahía gaditana. Miguel del Pino, natural de El Puerto de Santa
María, es, con toda justicia, el ídolo de aquel maravilloso rincón. Es
novillero finísimo, muy en la línea de Pepe Luis, que hace concebir grandes
esperanzas, que luego, inexplicablemente, no se cumplieron, pues era torero
dotadísimo para alcanzar los primeros puestos. Con él alterna Rafael Perea “El
Boni”, hijo del gran banderillero Bonifacio “El Boni”, `peón de lujo en
cuadrillas de lujo.
“El Boni” novillero, es
un torero con un capote tan de seda que en la Plaza México, pasados los años,
lo perpetuarán en una estatua toreando a la verónica. Pero es torero de
cristal, de frágil ánimo. Completa la terna Vicente Vega “Gitanillo”, de la
saga de Curro Puya y de “Gitanillo de Triana”, de quienes es sobrino. Tiene una
figura envidiable y eso es sólo lo que evidenció en su labor. El triunfador
absoluto es Miguel del Pino.
Acontecimiento
taurino
El 18 de julio se
produce un acontecimiento taurino del que aún hablan los viejos de la
localidad. A beneficio de las obras del Santuario de Nuestra Señora de la
Fuensanta -obras que dirige, a veces, a costa de su propio patrimonio, un
murciano ejemplar que se llama don José Alegría-, se organiza un festejo con
toros portugueses de Pinto Barreiro y en el que actúan Domingo Ortega, Pepe
Bienvenida y Pedro Barrera.
La tarde es de orejas para todos y Pepe Bienvenida,
el inmenso Pepote, pone cuatro pares de poder a poder que aún no hemos visto
mejorados y que todavía tenemos en la memoria.
Pepe Bienvenida |
Manolete está en su cuarto años de matador, firmemente consolidado
en su cumbre. Tras unos comienzos en los que el triunfo se le resiste porque no
mata a los toros –él, tan gran estoqueador-, pronto corrige el contratiempo y
las orejas y el rabo suelen poner el punto final a sus faenas, culminando, todo
ello, en la feria valenciana, donde a los seis toros que estoquea les corta
once orejas y cuatro rabos y alguna pata que otra.
El 16 de agosto, en San
Sebastián, para hacer juego con la cicatriz de Murcia, un Saltillo de Félix
Moreno le raja la mejilla izquierda. El día 26 de agosto se acerca a la ciudad
murciana de Cieza, donde actúa con Manolo Martín Vázquez y “El Andaluz”. Las
dos buenas faenas que hace se malogran con la espada. Como ocurre en Murcia, el
8 de septiembre, donde acude después de un éxito en Aranjuez de clamor, de los
que marcan época. El mal manejo del estoque le estropea el buen tono de la
faena en su primero y en el otro, en el que por sus dificultades se ve obligado
a abreviar, es frecuentemente pitado, más que nada por el desencanto, por lo
mucho que siempre se espera de él. Los toros han sido de Concha y Sierra y los
compañeros de cartel, Juanito Belmonte, Manolo Martín Vázquez y Pedro barrera,
que obtiene un triunfo apoteósico y sale de la plaza por la puerta grande, tras
cortar dos orejas, rabo y pata.
Manolo Escudero |
Taurinamente, aquella
feria del 42 se va a cerrar con una novillada en la que, con astados de Benítez
Cubero, actúan el “Niño del Barrio”, Miguel del Pino y Manolo Escudero.
Y cuando llega el 12 de
octubre, con novillos del mismo hierro, vuelven a hacer el paseíllo el “Niño
del Barrio” y Manolo Escudero, esta vez acompañados, por el granadino Fidel
Rosalem “Rosalito”.
Tope
en los honorarios
Llega 1943 y los cuatro
grandes empresarios de la época, Alonso Orduña, gerente de Las Ventas; Eduardo
Pagés, empresario de Sevilla y de buen número de plazas del norte; Pedro
Balañá, de Barcelona y Cristóbal Peris, de Valencia, se reúnen y acuerdan
ponerle a Manolete un tope salarial de treinta mil pesetas en sus honorarios. Manolete
y Camará no se doblegan y deciden esperar. A los pocos días, un empresario de
plaza de segunda, el de Castellón, contrata a Manolete para la corrida de la
Magdalena a un precio muy superior al máximo establecido por los grandes. En
vista de esto, Pedro Balañá se apea de lo tratado y se apresura a contratar al
cordobés para Barcelona y a continuación claudica Cristóbal Peris, aunque sin
tiempo ya para que Manolete vaya a Fallas, pues los carteles de las fiestas
josefinas ya están en la calle, pero le firma sin condiciones cuatro corridas
para la feria de julio y, antes, una extraordinaria para el mes de mayo.
Únicamente Pagés se mantiene firme en “sus trece”, por lo que aquel año Sevilla
y San Sebastián, dos plazas muy de Manolete, se ven privadas de la presencia
del ídolo. Manolete, pues, continúa solo en su cumbre, lo que lleva consigo ser
el pararrayos de todas las tormentas, de las que sale triunfante.
Don Pedro Balañá |
En Murcia se ha hecho
cargo de la plaza el alicantino don Alfonso Guixot, cuyo padre, don Álvaro,
también fue empresario de este coso a final de los veinte y primero de los
treinta y es recordado con agrado, por la afición, por su buen hacer.
Coincide este año de
1943 con las fiestas del VII Centenario
de la Reconquista de Murcia y se homenajea a la antigua patrona de la ciudad,
la Virgen de la Arrixaca. Don Alfonso programa dos corridas sumándose a la
efeméride. El 25 de abril, Domingo de Resurrección, con toros de Galache, hacen
el paseíllo Pedro Barrera, Antonio Bienvenida y Domingo Dominguín. Para el
domingo siguiente, 2 de mayo, se anuncia la alternativa de Manolo Escudero, uno
de los toreros que mejor ha toreado a la verónica. Va a ser su padrino Manuel
Rodríguez Manolete y el testigo Pedro barrera.
Como los toros son del
Conde de la Corte, al cartel no se le puede poner un pero y el interés de los
aficionados es grande. La expectación no se ve defraudada, sino al contrario.
Los toros del Conde de la Corte dan su acostumbrado espectáculo, inherente a su
aristocrática sangre. En el caballo, viniéndose desde lejos, recargando,
derribando, haciendo unos tercios de varas realmente bellos y dando ocasión a
numerosos quites. Luego, a la muleta, llegan con largo recorrido, con nobleza.
Manolete, que no ha perdido ocasión de lucirse en quites, como entonces era
moneda corriente, con aquellas sus verónicas tan quintaesenciadas, es
protestado en su primero por pinchar en demasía. Pero el bravo cuarto toro se
quita la espina. El condeso entró cinco veces al caballo y aún así llega a la
muleta con mucho gas, pidiendo guerra. Es un toro para un torero. Ambos se
complementan y surge la faena maravillosa. Todavía, a pesar del duro castigo,
ha de doblarse el cordobés con él antes de que de su muleta broten sus lentos y
largos naturales, con el toro ya templado y la plaza en pie, en pleno delirio.
Los trofeos máximos y para el bravo animal una triunfal vuelta al ruedo.
Pedro Barrera está
vibrante, con esa manera tan suya de llegar al tendido y corta orejas. Y lo
mismo ocurre en sus dos toros con el toricantano. Corrida, pues, de éxito para
todos.
Al socaire de esta
tarde triunfal, la empresa anuncia una corrida para el 3 de junio, festividad
de la Ascensión, en la que, con ocho toros de Concha y Sierra, se anuncia a los
tres mismos diestros con el aditamento, por delante, del madrileño Luis Gómez
“El Estudiante”. Pero Manolete no pudo actuar: una inoportuna indisposición lo
quitó del cartel, siendo ocupado su puesto por el genial diestro, ya en su
último tramo, Victoriano de la Serna.
Manolete, El Estudiante y Juanito Belmonte |
Días después, el 13 de
junio, saltan al ruedo de nuestra plaza seis novillos de doña Carmen de
Federico, los murubes, para “El Niño del barrio”, que, pasado ya de edad,
víctima como ninguno del parón que supuso en su carrera los tres años de
guerra, aún lucha con gran dignidad en el escalafón novilleril. Se presenta ese
día un gitano singular, de gran prestancia, hijo de una modelo del gran pintor
don Ignacio Zuloaga, por nombre Rafael Albaicín, y completa el cartel un
muchacho alto, desgarbado. Es sobrino de Ángel parra, buen picador a las
órdenes de Manolete, que es quien lo recomienda a Guixot. El novillero se llama
Agustín Parra “Parrita” y es esta su segunda novillada con picadores. El
festejo es de los que dejan huella, de los que hacen afición. Se le cortan las
orejas a todos los novillos. Pepe Vera luce todo su repertorio, que va desde la
larga de rodillas, su emocionante modo de veroniquear, de quitar por
chicuelinas, sus faenas casi siempre comenzadas de rodillas, para acabar,
frecuentemente, con una estocada recibiendo; difícil suerte de la que es un
consumado maestro. Es un caso de pundonor, de vergüenza torera.
Rafael Albaicín causa
asombro. Su elegancia, la lentitud de su toreo, su personalidad son un fuerte
impacto en la afición murciana. Más adelante ocurriría lo que tantas veces
sucede con los toreros de su raza. La indolencia, la falta de decisión hizo que
todo quedara en una esperanza frustrada.
Y sorprende -¡y cómo
sorprende!- el modo con que Agustín Parra presenta la muleta en la izquierda, a
buena distancia para aguantar impávido la arrancada. Es un virtuoso del
natural, un gran muletero que, mientras esté en el toreo, andará con desahogo
por las alturas del escalafón. Tanto gusta que el 25 de julio, en todo el
apogeo del verano, en fecha insólita para el calendario taurino murciano,
vuelve a Murcia, con novillos de Samuel Flores y con “El Niño del Barrio” y
Eugenio Fernández “Angelete”, un novillero puntero en aquel entonces y que tras
su alternativa casi desapareció del mundillo taurino.
Pedro
Barrera y su amistad con Manolete
Y así llegamos a la
feria. La corrida fuerte es -¡cómo no¡- el 8 de septiembre, día clásico de
toros en que la ciudad es invadida, desde primeras horas de la mañana, por
gentes de la huerta que llenan el ferial, a la sazón en el Parque de Ruiz
Hidalgo, los comercios de Platería y Trapería, los bares… Y por la tarde, a los
toros. Este año, con ocho de don Antonio Pérez de San Fernando, hacen el
paseíllo Manolete, Pedro Barrera, Antonio Bienvenida y Manolo Escudero.
Antonio Bienvenida |
Para el día 12 de
septiembre se anuncia una novillada de Concha y Sierra. Ocho novillos que han
de estoquear los triunfadores del 13 de junio pasados: “Niño del Barrio”,
Albaicín y “Parrita”. Completa el cartel un singular personaje. Es un buen torero,
da unos lances con la capa con las manos
bajísimas; es un buen actor y es un poeta muy aceptable. Es un personaje
irrepetible. Se llama Mario cabré, que al fin no llegará a actuar porque unos
días antes cae herido en la Maestranza sevillana, siendo sustituido por un
muchacho larguirucho, al que Manolete vio actuar, una noche de feria
albaceteña, en la parte seria del espectáculo de Llapisera y sentenció: “Este
viene con la escoba”. El muchacho en cuestión se llama Luis Miguel Dominguín.
Aún se asoma Manolete
una vez más a la provincia de Murcia. Caravaca de la Cruz ha organizado, para
los primeros días de octubre, una brillantísima feria taurina. Pedro barrera
logra que venga a actuar con él, mano a mano, su gran amigo Manolete,
despertando el solo anuncio de la corrida el entusiasmo que se puede suponer.
Para ello se han traído los “gracilianos” que Pepe Escobar ha comprado, es
decir, puros santacolomas, que, haciendo honor a su sangre, derrochan bravura,
que es aprovechada en grado máximo por los dos actuantes, que desorejan, a
partes iguales, a cuatro toros. El entusiasmo se desborda y Caravaca recordará
durante muchos años esta corrida de toros.
Al día siguiente, un
novillero del pueblo, particularmente querido por todos los aficionados murcianos,
el “Niño de Caravaca”, hace su debut con caballos, siendo sus acompañantes un
novillero peruano llamado Alejandro Montani y el ya novillero puntero Agustín
Parra “Parrita”.
Todavía se prolonga
aquella feria caravaqueña con la celebración de una becerrada en la que debuta
el becerrista local Pedrín Moreno, diestro que en su día hizo concebir grandes
ilusiones, que luego no se cumplieron.
Cuando alborea 1944,
Eduardo Pagés ha hecho las paces con Manolete. Vuelve el cordobés a la
Maestranza y a las ferias del norte. Va a ser el año que más veces vista el
traje de luces y va a ser, también, la temporada en que -¡por fin!- encuentre
el ansiado rival en el que descansar un poco la tremenda responsabilidad que
recae sobre sus hombros durante varias temporadas seguidas. Porque queriendo
compartir estas cargas, a principio del año anterior Camará y don José Vázquez,
el padre de Pepe Luis, intentaron una asociación, un “entente cordiale”, entre
bastidores, para que ambos toreros hicieran el paseíllo juntos en numerosas
ocasiones, ya que se daban los ingredientes necesarios para una competencia.
Dos toreros de estilos
opuestos. Frente a la seriedad senequista de Manolete, la gracia alada,
respaldada por una gran maestría, del torero de San Bernardo. Pero ocurre que,
para que esto suceda, para que el público se interese verdaderamente y divida
sus fervores, es decir, para que se cree una verdadera competencia, ambos
toreros han de ser dos leones. César Jalón “Clarito”, el gran crítico taurino,
se lo hace ver a Camará: “El inconveniente que le veo a esto es que Pepe Luis
no tiene bragueta”. A lo que Manolete contestará rápido, como movido por un
resorte: “Pues eso faltaba, que encima tuviera bragueta”.
La competencia no se
lleva a cabo, frenada además la temporada de Pepe Luis en Santander, el 25 de
julio, por una terrible cornada en la cara que le desfigura el rostro. Así,
pues, que 1944 lo iniciaba, una vez más, reinando totalmente solo.
Actuación
en Cartagena
Tras los éxitos
iniciales de Fallas viene a Cartagena en la taurinísima fecha del Sábado de
Gloria, el día más clásico de toros de la ciudad hermana, hasta que el cambio
de liturgia acabó con dicha festividad.
Pero Manolete viene antes de ese 8 de abril. Ha sido invitado a ver las
magníficas procesiones y allí pasa esos días de recogimiento y fervor entre las
muestras de simpatía de los cartageneros. Comparte cartel con Juanito Belmonte
y Juan Mari Pérez Tabernero, con toros salmantinos de Ángel Sánchez.
Tanto el hijo del
trianero como el de don Antonio Pérez cortan orejas, no asó Manolete, a pesar
de estar lucidísimo con capote y muleta en ambos toros. El poco tino con el
descabello le priva del triunfo. Uno de los toros se lo brinda al almirante
Basterreche y el otro al alcalde de Cartagena, quizás agradeciéndole las
atenciones que la ciudad ha tenido con él.
Manuel Álvarez "Andaluz" |
En Murcia continúa de
empresario don Alfonso Guixot. Un partido de fútbol, por lo visto muy
interesante, obliga al empresario alicantino a posponer la corrida de Resurrección,
tan clásica en Murcia, al miércoles siguiente. El día 12 de abril. Pepe
Bienvenida, Juanito Belmonte y Manuel Álvarez “El Andaluz” componen el cartel,
con toros de Pinohermoso. Con uno de Manuel González, el popular Machaco, que
tenía lo de Contreras, abre plaza el caballero jerezano don Álvaro Domecq, que
desde el año anterior, ya en plan profesional, enseñorea los ruedos, trayendo a
ellos todo el sabor campero de su Andalucía. Todas sus actuaciones son para
beneficio de una institución que acoge a niños pobres, a los que se le da
manutención y estudios. Es un hermoso gesto digno de tal caballero. Estrella de
su cuadra, en la que hay caballos magníficos, es la yegua “Espléndida”, que
pronto se haría tan popular como los toreros. La gracia, la torería del noble
bruto son arrebatadoras y los aficionados al arte ecuestre ya la comparan con
“La Bordó”, la mítica yegua de Cañero. Pero “Espléndida” es mucho más. Al cabo
de los años, cuando los ojos de uno han visto ya numerosísimos caballos
toreros, se queda en su recuerdo con la simpar yegua de don Álvaro.
En el mes de junio, en
la vecina plaza de Orihuela, el infatigable luchador, a prueba de cogidas y
avatares, Pepe Vera “El Niño del Barrio” toma, por fin, la alternativa. Es su
padrino Luis Gómez “El Estudiante” y actúa de testigo Pedro Barrera.
Inopinadamente, al término del festejo el diestro caravaqueño decide retirarse
de los ruedos sin que nadie encuentre motivo para ello, pues las dos temporadas
y media transcurridas desde su alternativa han sido magníficas y cuenta con los
favores del público. Volverá aisladamente en 1946 y en 1949, pero ahí, en
Orihuela, puede decirse que acabó el hombre de luces. No el torero, pues Pedro
siempre lo fue, hasta andando por la calle. En julio, en Madrid, en la tradicional
Corrida de la Prensa, Manolete hace a un sobrero de Pinto Barreiro la faena más
soberbia, al decir de la crítica, de toda su vida torera. Así lo aseguran las
mejores plumas del país, pero es difícil valorar esto en una carrera taurina en
la que abundan, como nunca ocurrió en toda la historia del toreo, tantas faenas
grandiosas.
Manolete y Carlos Arruza |
Cuando aún no se ha
extinguido el eco triunfal de la Corrida de la Prensa, como por sorpresa, se
arregla el pleito que, desde 1936, sostienen los toreros españoles con los
mejicanos. Se organiza rápidamente, en Madrid, lo que pudiera llamarse la
Corrida de la Concordia. Por tierras lusitanas está toreando Carlos Arruza,
nombre hasta entonces desconocido del público español. Luego sabremos que es
hijo de españoles, de santanderinos concretamente, y que tomó la alternativa en
su Méjico natal, en 1940. No tiene mucho cartel en su tierra azteca, donde
ocupan los primeros puestos el siempre maestro Armillita, “El Soldado”, Lorenzo
Garza y los geniales Silverio Pérez y Luis Procuna. Así que, cuando hace el
paseíllo con Antonio Bienvenida y
“Morenito de Talavera”, es un perfecto desconocido.
Con las banderillas
forma un verdadero alboroto, pues es banderillero espectacular y seguro, y con
la muleta practica un estilo muy encimista, que sorprende al público. Corta
orejas y una semana después Balañá, atento siempre a las novedades, lo lleva a
Barcelona, en donde triunfa apoteósicamente y en donde empieza a torear
frecuentemente, extendiéndose su fama por toda España. Barcelona, como ocurría
por aquel entonces con tantos toreros, es su trampolín. A continuación, las
demás plazas empiezan a reclamarlo. Las gentes comienzan ya a señalar: “Este puede ser el rival”.
“El monstruo” en Cieza
Y no tardan en
encontrarse en el ruedo. Un mes después, el 26 de agosto, en la murciana Cieza,
los carteles anuncian seis toros de Sánchez Valverde (los hoy temidos toros del
Cura Valverde), para Pepe Bienvenida, Manolete y Arruza. Alegría y asombro en
la afición, que nop puede creer que corrida de tan alto interés y presupuesto
se dé en plaza tan pequeña. Pero los ciezanos son así y su plaza pasa a la
historia como la del primer encuentro, en tierras hispanas, de tan grandes
toreros. Un acontecimiento, pues, de primer orden.
Pepín M. Vázquez, Manolete y Gitanillo de Triana |
El primer paso ya está
dado, vuelven a encontrarse muy entrado septiembre, casi finalizado, en Oviedo
y Logroño, donde Manolete vuelve a estar soberbio, pero donde el mejicano, con
su peculiar estilo, muy sobrado, da un verdadero toque de atención.
En Murcia, en la ya
consabida y añorada fecha del 8 de septiembre, hacen el paseíllo Juan Belmonte,
Manolete y “El Andaluz” quien saborea las mieles del éxito. La feria se cierra
el 10 de septiembre con una corrida vieja, disparatada, de Conradi, que
pasaportan “Morenito de Valencia”, el polifacético Mario cabré y nuestro “Niño
del barrio”, que hace este día su presentación como matador de toros y donde -
¡cómo no!- triunfa con su denuedo y valor de siempre.
Pocos días después,
Manolete visita de nuevo la provincia. Los murcianos tenemos ocasión, el día 14
de septiembre, de desplazarnos a Cehegín, donde el cordobés va a hacer el
paseíllo nada menos que con Domingo Ortega y el jovencísimo Pepín Martín
Vázquez, torero de dinastía, hijo del señor Curro Vázquez y hermano menor de
Manolo. Es torero de la más pura escuela sevillana, que encandila a los
cehegineros con su estilo rutilante. Corta orejas como asimismo las corta
Ortega. Y lo mismo hace Manolete con el segundo de la tarde, al que ha toreado
de capa y muleta con su acrisolada personalidad. Su actuación se vio empañada
por su segundo toro, quinto de la tarde. El animal se inutilizó en el ruedo, en
donde es apuntillado por el banderillero “Pinturas”, entre el griterío y el
desencanto de la gente.
Antonio Labrador "Pinturas" |
El 8 de octubre se organiza en Murcia una corrida a beneficio del
Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta. Cartel de lujo. Junto al ídolo
Manolete hace el paseíllo el mejicano Fermín Rivera y completa el cartel el
siempre pundonoroso “Niño del Barrio”.
Los toros son de Arturo
Sánchez. Tarde triunfal para todos y un brindis muy emocionado de Pepe Vera a
Manolete, contento y feliz, el carmelitano, de verse actuando con la gran
figura de Córdoba.
El año 1.945 comienza
para Manolete en el plan de siempre. Su constancia en el triunfo grande es de
una regularidad pasmosa, única en la historia del toreo. Las tres corridas de
Fallas son otros tantos éxitos.
Mientras tanto, la empresa que rige los destinos de Valencia desde
el año anterior, los señores Alegre y Puchades, se han hecho cargo de la plaza
de Murcia. Como el Domingo de Resurrección, que esta vez cae el 1 de abril,
está ahí mismo, es muy difícil organizar un cartel interesante, ya que es día
de toros en toda España, por lo que optan por cubrir la fecha con una novillada
en la que, con novillos de Concha y Sierra, actúan Agustín Parra “Parrita”,
Luciano Cobaleda y Luis Redondo.
Durante la novillada se anuncia el gran
acontecimiento para el día 15 del mismo mes. Es la tarjeta de presentación de
tan prestigiosa empresa. Con toros de Concha y Sierra harán el paseíllo
Manolete, Arruza y “El Andaluz”. La empresa Alegre y Puchades, de la que forma
parte un jovencísimo Pepe Barceló, es un caso único de permanencia en los
destinos de una plaza. Desde aquel lejano 1945, Pepe Barceló está vinculado a
Murcia (doy fe de que él se siente un murciano más) y aquí continúa, y Dios
quiera que por muchos años, dándole sombra y consejo a la juventud prometedora
de Ángel Bernal.
Agustín Parra "Parrita" |
Así, pues,
acontecimiento por todo lo alto. En los chiqueros, nuestros conocidos
conchaysierras, como una muestra más de que Manolete no le hace ascos a ninguna
vacada, pues basta repasar las estadísticas para comprobar que se enfrentó con
un número variadísimo de encastes y que varias veces toreó estos pupilos de
doña Celsa Fonfrade, que nunca, nunca, fueron cómodos.
La prensa que juzgó la
corrida decía así: “Ha comenzado la batalla de Manolete y Arruza. “El Andaluz”
fue, en Murcia, el mediador neutral”. Pero la verdad es que Manolete y Arruza
no triunfan a lo grande. Están bien, pero nada más.
De aquí marchan a
Sevilla, a su feria, y allí es donde se plantea claramente la competencia, a
pesar de que Manolete no tiene rival posible. Su categoría es muy alta para
poder igualarle. Uno piensa, en la distancia y haciendo la salvedad de que
Arruza era un grandísimo torero, que los que le aplaudían lo hacían más que
nada para fastidiar al cordobés, que en este país resulta harto molesto ver
triunfar siempre al mismo.
Manolete y Carlos Arruza |
Aquella feria sevillana
en la que Manolete va a cuatro corridas y Arruza a dos, marca también las
diferencias. Manolete dice bien claro (y lo dice con la muleta, ante el toro,
que es como hay que decir estas cosas) que no está dispuesto a dejarse ganar la
pelea. Sus cuatro actuaciones son apoteósicas, con corte de orejas a diario y
arrimándose de tal modo que, también a diario, sale de la plaza con la
taleguilla destrozada, como si fuera un novillero rabioso que se lo tuviese que
ganar todo. Su casta indomable se eleva a alturas insospechadas. Y Arruza no se
queda atrás en cuanto a entrega, cortando asimismo orejas en sus dos
actuaciones y saliendo, también de la plaza con la ropa hecha unos zorros.
A lo largo de la
temporada se enfrentarán unas cuarenta veces
y en cada tarde pondrán siempre lo mejor de sí. Al mismo tiempo, como
ocurrió siempre entre personas nobles, como ocurrió con Lagartijo y Frascuelo,
como ocurrió con José y Juan, por encima de la competencia, nace entre ellos
una admiración mutua, una amistad entrañable que llega hasta más allá de la
muerte, pues, desaparecido el inmenso cordobés, es Carlos Arruza quien organiza
en Córdoba una corrida extraordinaria, con la participación de diez matadores,
en la que todos los ingresos van a ser para costear un monumento al coloso
Manolete.
Una
feria más
Vuelven a Murcia en la fecha del 8 de septiembre. Abrirá plaza el caballero portugués Simao da Veiga, un clásico del país hermano, donde él y Nuncio son las figuras máximas.
Vuelven a Murcia en la fecha del 8 de septiembre. Abrirá plaza el caballero portugués Simao da Veiga, un clásico del país hermano, donde él y Nuncio son las figuras máximas.
Con seis toros de Juan
Pedro Domecq harán el paseíllo Manolete, Arruza y “Parrita”. Es una corrida de
éxito, de principio a fin, donde se hicieron quites lucidísimos en todos los
toros. Arruza elevó la emoción en grado sumo con sus pares de banderillas y,
cada uno con su personalidad, hicieron seis grandes faenas de muleta. Orejas y
rabos para todos.
Manolete con Álvaro Domecq |
El día 9, abre el
paseíllo la gracia incomparable de “La Espléndida”. Su jinete, Álvaro Domecq,
llena la plaza de señorío, de verdadero toreo a caballo en el toro que inicia
la tarde. Los astados son los siempre temidos de don Eduardo Miura. Pepe
Bienvenida, muy sobrado, triunfa fácilmente con ellos; Manolete hace, al
segundo miura de la tarde, “su faena”, la que ha impuesto a casi todos los
toros y corta las dos orejas y rabo, y Arruza, que es la primera vez que se
enfrenta a tan molestos animales, extraña sus peculiares reacciones y anda un
poco a la deriva en el tercero. Luego, en el sexto, se sobrepondrá y, sacando
de dentro toda su casta de torero, cortará una meritísima oreja.
Aún veremos, los
murcianos, una corrida más en la fecha del 12 de octubre. Con toros de
Colmenar, de Félix Gómez, actuarán, haciendo, los tres su presentación en
Murcia, el mejicano Antonio Velázquez, el torero navarro Julián Martín y el
valenciano Jaime Marco “El Choni”.
Manolete alternativando a "El Choni" |
Aquel año, guiado de su
buen corazón, decide torear tan sólo una corrida, la de la Beneficencia,
completamente gratis, como lo hizo siempre. Componen el cartel Álvaro Domecq,
“Gitanillo de Triana”, Manolete, Antonio Bienvenida y Luis Miguel. Triunfa
Manolete en su segundo toro, pero la tarde es de Luis Miguel, que desoreja a
sus dos enemigos y sale de allí lanzado para gran figura.
El invierno 1946-1947
transcurre entre la feria de Lima, en Perú, y las actuaciones en Méjico capital
y sus estados. Cuando la temporada mejicana, que discurre en tonos triunfales,
tanto para el cordobés como para Domingo Ortega y Jaime Marco “El Choni”, está
en su punto álgido, las relaciones con los toreros mejicanos vuelven a
romperse. ¿Causas? En los mentideros taurinos se rumorea que los principales
instigadores son los miembros de dos dinastías toreras, apoyados por Marcial
Lalanda, a la sazón apoderado de Pepe Luis Vázquez, que temen para la temporada
inmediata una avalancha de toreros mejicanos, con la consiguiente merma de
contratos para sus pupilos. Manolete, que quiere a Méjico tanto como Méjico lo
quiere a él, se viene para España profundamente disgustado.
En la primavera de
1947, pasada la feria de Sevilla, se anuncia que va a torear un número limitado
de corridas y en muy determinadas plazas. Treinta es el número que se señala
como tope, lo que viene a ser el anuncio de una próxima retirada.
Empieza en Barcelona el
22 de junio, para seguir en Badajoz, Segovia y Alicante, en la clásica fecha
del día de San Pedro. El que esto escribe lo ve torear allí por última vez, dos
meses justos antes de llegar a Linares. Completan el cartel “Gitanillo de
Triana” y “Parrita”, con toros del Conde de la Corte. Tarde de expectación
máxima, pero una expectación hostil, pronta a romperse en broncas a la menor
contrariedad. En el quinto toro, muy bronco, muy violento, Manolete se juega el
todo por el todo. El presidente ha cambiado el tercio de varas con evidente
ligereza. El toro llega muy entero, “muy levantado”, a la muleta. El ambiente,
enrarecido, se podía cortar con un cuchillo, porque nadie espera que allí pueda
haber faena y el público se siente defraudado. En medio de un silencio
sepulcral, presto a romperse en gritos, Manolete se dobla cuatro veces con el
condeso. Son cuatro pases maravillosos, de un dominio y de un castigo tal que
el toro queda ya en su punto y a punto, para que surjan de aquella muleta los
más bellos naturales, los más templados derechazos. Mata con el gran estilo de
estoqueador que atesora y lo que amenazaba terminar en bronca acaba en una
apoteósica vuelta al ruedo con las dos orejas y el rabo en la mano.
Una
feria de luto
Certificado de Defunciónn y Parte Médico |
A mediados de agosto, la empresa Alegre y Puchades sorprende
gratamente a los aficionados con el anuncio de estas dos corridas para nuestra
feria.
Día 7 de septiembre,
con toros de Alipio Pérez Tabernero, actuarán Manolete, Luis Miguel y
“Parrita”. Al día siguiente, Manolete, Luis Miguel y Paquito Muñoz, con toros
de Galache.
Y pocos días después,
en la madrugada del 29 de agosto, la noticia brutal, la sensación de orfandad
en que quedamos los aficionados.
La mortal cogida de Manolete en Linares, foto de Cano |
La feria taurina se
dio, naturalmente, que la fiesta siempre sigue, pero un halo de tristeza corría
aquellos días por los tendidos de la Condomina. La reforma de los carteles quedó
así: el día 7 de septiembre, corrida de ocho toros para Antonio Bienvenida, el
“Niño del barrio”, Luis Miguel Dominguín y “Parrita”. Para el día 8 de
septiembre se anuncia un toro de rejones para el Duque de Pinohermoso y, a pie,
Luis Miguel, “Parrita” y Paquito Muñoz.
Aún tuvieron los
carteles que variarse. El día 6 cayó herido en Melilla Luis Miguel, siendo
sustituido el día 7 por Manolo Escudero y el 8 por el “Niño del Barrio”.
La corrida de Miura en Linares. "Islero" en el centro. |
El Club Taurino de Murcia organizó los funerales que se celebraron
el día 8 por la mañana, en la iglesia de San Juan bautista, parroquia a la que
pertenecía la plaza de toros. El templo se vio abarrotado de aficionados y en
los, lugares preferentes se encontraban el Duque de Pinohermoso y el “Niño del
Barrio”.
La relación de Manolete
con Murcia no termina aquí. En el corazón de los aficionados que tuvimos la
suerte de verlo, su recuerdo sigue vivo, agigantada su figura, a pesar de los
cincuenta años transcurridos.
Andrés
Salas Moreno, septiembre 1997
BIBLIOGRAFIA
-Hemeroteca Municipal.
-José Luis de Córdoba. Manolete. 1943.
-Manuel Quiroga Abarca. Manolete. El hombre y el torero. 1945
-Filiberto Mira. Vida y tragedia de Manolete. 1984
-César Jalón “Clarito”. Memorias. 1972
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