domingo, 18 de agosto de 2013

CONCHITA CINTRÓN EN MI RECUERDO

Conchita Cintrón en Acho
 
     Este invierno, en febrero, 17-febrero-2009,  nos llegó la triste noticia del fallecimiento de la gran dama del rejoneo, la torera de estilo finísimo, arcangélico, fiel reflejo de la belleza y dulzura que emanaba su figura.
     El luctuoso suceso tuvo lugar en Portugal, la tierra donde tanto triunfó, el país, por antonomasia, cuna del toreo a caballo, el país donde se codeó en los ruedos con lo más granado del escalafón de équites. Joao Nuncio, Simao da Veiga, Ribero Telles…, nombres míticos del toreo a caballo con los que Conchita compitió triunfalmente. Allí contrajo matrimonio con un miembro de la nobleza portuguesa y allí fijó su residencia definitiva.
   Pero jamás perdió el contacto con la Fiesta y, de vez en vez, se acercaba a España a presenciar algún acontecimiento taurino, sobre todo cuando su fraternal Antonio Bienvenida se encerraba en solitario con seis toros o cuando había que alternar en algún tentadero con él o con Domingo Ortega, en la finca que el maestro de Borox tenía en Navalcaide.
Conchita en los años 40
  Al enterarme de su óbito mis recuerdos se pusieron a funcionar. ¿Cuándo tuve las primeras noticias de aquella rejoneadora que, luego echaba pie a tierra para torear con capote y muleta como dicen que lo hacen los ángeles? Quizás fue en 1944. Uno, aficionado precoz, en mis doce años que acababa de estrenar, procuraba estar al tanto de lo que sucedía en el Planeta de los Toros. Me ayudaba a ello la lectura del “Dígame”, semanario dedicado al mundo del espectáculo, pero con preferencia a los toros, que dirigía D. Ricardo García “K-Hito” uno de los más prestigiosos y originales críticos de la época, pues adornaba sus escritos de un humor finísimo, sin acritud, tendiendo siempre a la benevolencia, pero sin faltar a la verdad. Y me ayudaba también “El Ruedo”, la gran revista gráfica que comenzó a publicarse en junio de aquel mismo año y que paradójicamente, estaba editada por la misma empresa de “Marca”, la famosa revista deportiva. En “El Ruedo”, aquélla revista taurina que aún no ha sido superada, escribían plumas como Pemán, D. Natalio Rivas, Clarito, Barico, Cañabate y un largo etcétera. En aquellos tiempos las comunicaciones no eran tan rápidas como ahora, que al instante te enteras de lo ocurrido a miles de kilómetros y las noticias que llegaban de América eran algo confusas. Para más inri las relaciones con los toreros mejicanos estaban rotas desde 1.936 y no se arreglaron hasta julio de este mismo año.
Con Juan Belmonte
 Pero con estas dos revistas empezamos a saber lo que sucedía al otro lado del mar, con gran puntualidad. Así supimos de la existencia de una señorita nacida en 1.922 en Antofagasta (Chile), que de muy niña se trasladó a vivir a Lima (Perú) donde sintió la vocación taurina, alentada por su profesor de equitación, un antiguo rejoneador portugués llamado Rui da Cámara, que siempre permaneció a su lado.
     Naturalmente pronto saltó a Méjico donde se desarrolló plenamente como caballista y como torera, pues tras clavar las primeras zarpas de castigo y poner las banderillas, echaba pie a tierra para dar unos lances con el capote y torear de muleta. En el “Dígame” y en “El Ruedo” venían unas fotos donde se evidenciaba una indiscutible clase y personalidad.
     Lo comprobé aquel mismo verano, en la añorada Torrevieja de mi niñez. En uno de aquellos cines con techo de estrellas (Gloria Cinema se llamaba) donde uno se llevaba la merienda-cena y un botellín de agua, vi cuantas veces pude, una película mejicana titulada “Maravilla del Toreo”. La protagonizaban Conchita Cintrón y un orfebre del toreo azteca, Pepe Ortiz, que en España triunfó en los años treinta, sobre todo por su toreo de capa lleno de fantasía. (Un inciso. Aquellos quites de El Juli de sus primeros años, se lo enseñaron en Méjico los que habían visto torear a Pepe Ortiz). En este film, Conchita Cintrón, deliciosa jovencita de apenas veinte años, brillaba en todo su esplendor como rejoneadora y como torera. El titulo de la película estaba bien puesto “Maravilla del Toreo”.
Toreando a pié en Perú
     Cuando alboreaba la temporada de 1.945 se anunció que la gentil peruana vendría a España, si bien sólo la veríamos actuar a caballo, pues aquí estaba prohibido terminantemente que las mujeres toreasen.
     Pocas personas fueron las que tuvieron el privilegio de verla torear pues sólo lo hizo en tentaderos y en fiestas a puerta cerrada. En un reportaje de “El Ruedo” se le ve montando a caballo con Cayetana de Alba, entonces Duquesa de Montoro y una foto con un Manolete solemne, impecablemente vestido de corto, que tras actuar con ella en un tentadero exclamó con su andaluz cerrado: “Ozú, ezta zeñorita ze las zabe toas”.
   
Conchita en Azores
  Debutó, abriendo cartel, en la novillada de la feria sevillana y hay una foto de ella, entrebarreras, junto a Marcial Lalanda, su apoderado en España, limpiándose las lágrimas ante la rabia de ver como un toro al no caer del rejón de muerte, moría a manos de un sobresaliente.
     Cuando terminaba la temporada, el 30 de septiembre, la vi torear en Lorca precediendo a la actuación de los tres hermanos Dominguín, Domingo, Pepe y Luis Miguel, un Luis Miguel que ya iba anunciando y demostrando que era una fiera vestida de luces.
    En la temporada siguiente pude verla actuar tres veces. A primero de mayo en Alicante, encabezando el cartel que formaban Fermín Rivera, Pepe Luis Vázquez y Agustín Parra “Parrita”.
     Pocos días después la vería en Cartagena con Fermín Rivera, Luis Miguel Dominguín y Rafael Llorente.
     La última actuación que le presencié fue en Murcia, en la Feria de Septiembre. La mañana aquella uno andaba curioseando por la puerta del Hotel Victoria, hospedaje de los toreros y donde había un gran ambiente. La vi venir con su porte gentil, distinguido, probablemente de la cercana iglesia de San Pedro. Llevaba un misal en la mano y se tocaba con un velo de encaje, como era usual entonces en las mujeres que asistían a misa. La acompañaba la señora de Ruy da Cámara, su profesor.
     Por la tarde actuaría con Domingo Ortega, José vera “El Niño del Barrio” y Luis Miguel Dominguín.
 ¿Qué significó Conchita Cintrón en el rejoneo? A mi ver trajo un aire fresco, nuevo. Una elegancia exquisita y un derroche de gracia torera.
   
 Vino en una época en la que sólo brillaba en los ruedos el señorío campero de Álvaro Domecq. Aún faltaban años para que se consolidara un Ángel Peralta, que fue el que revolucionó el toreo a caballo hasta el punto de enganchar a los públicos de tal modo que, poco a poco, se fue imponiendo los festejos exclusivos de rejoneadores, hoy tan en boga. Entonces, el toreo a caballo se limitaba a ser un simple prólogo de la actuación de los hombres de luces. El número del caballito que decía Cañabate.
    Con Conchita Cintrón, con Álvaro Domecq y antes con Cañero, el rejoneo era algo más, era auténtico toreo a caballo y, en el caso de la peruana, adornado de una distinguida feminidad.
     Vayan estas líneas en homenaje y recuerdo y en agradecimiento por lo que me hizo disfrutar aquellas cuatro tardes en las que tuve la suerte de verla actuar.
     Descanse en paz.
                                                                                                     andrés Salas moreno
Décima a Conchita Cintrón

Por el ruedo del ensueño
te sueño toda de oro
y todo de negro el toro,
fundidos en un empeño
casi verdad, casi sueño.
Y me pregunto por qué,
ni siquiera en sueños sé
como juntas, amazona
la elegancia de Gaona
con la llama de José.     (Pepe Alameda)

1 comentario:

  1. Hermosa crónica. Si alguien sabe algo de un caballo de Conchita Cintrón vendido en Bogotá, en 1.944, favor enviar información a este correo.

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