miércoles, 21 de agosto de 2013

MANOLO VÁZQUEZ EN EL RECUERDO

   
El Maestro Manolo Vázquez


 A las 6,30 de la tarde, del domingo 14 de Agosto de 2005, falleció en su casa de Sevilla MANOLO VAZQUEZ.
     En el día en que más paseíllos se hacían en España, Manolo Vázquez no quiso ser menos y cruzó, con toda dignidad torería, el camino que va hacia la eternidad. Sus últimas palabras fueron: “Me voy con Sor Ángela de la Cruz al cielo, a ver los toros desde allí”. Y con esta evocación a la Santa tan querida de los sevillanos y esa firmeza en su fe cristiana, se nos fue para siempre.
     Sabíamos de su grave enfermedad, pero no pensábamos en un final tan rápido. Todavía, esta pasada feria sevillana, lo veíamos ocupar su localidad. Alguna tarde falló, quizás cuando las molestias arreciaban, pero en cuanto había un resquicio, una tregua, allí estaba en su Maestranza del alma.
     Manolo Vázquez tardó en ser reconocido por la afición sevillana. En sus comienzos, todo el amor de Sevilla estaba volcado en su hermano Pepe Luis. Manolo vio pronto que este sería el gran “handicap” a vencer; que los sevillanos analizarían con lupa a aquel niño de 15 años que, a lo mejor, venía a beneficiarse de la sombra del hermano. Pero no fue así. Tan no fue así que desde el principio buscó su propio camino lejos de las filigranas (filigranas de oro de ley, ojo) y arabescos del Rubio de San Bernardo.
Manolo Vázquez, pintura de Manolo González
 
     Desde los inicios buscó un toreo profundo, no de pellizquito, sino de pellizcazo. Un toreo hondo con más sabor a Triana y a Ronda que a Parque de María Luisa, y ya, en sus primeras novilladas hizo realidad aquel slogan que decía “El toreo estaba de perfil, y Manolo Vázquez lo ha puesto de frente”. De frente, pero girando siempre el pecho, siguiendo el viaje del toro hasta que este quedaba perfectamente colocado para ligar el siguiente muletazo. Esa fue su credencial para presentarse en Madrid aquel 4 de Junio de 1.950 y cortar la oreja a un novillo de Graciliano. Al domingo siguiente, en el mismo ruedo de las Ventas, fueron cuatro las orejas que cortó y ya Madrid lo adoptó como torero suyo por los siglos de los siglos.
     Cuándo fue la primera vez que le vi torear?. Yo creo, si la memoria no me traiciona, que fue el 25 de Marzo, Domingo de Resurrección, del año 1.951. Si los dos anteriores fueron los mismos de Julio Aparicio y Litri, éste de 1.951 fue el de la pareja formada por Manolo Vázquez y Antonio Ordóñez bajo la batuta de Marcial Lalanda. Aquel día también fue la primera vez que lo saludé, saludo que no se repitió hasta casi cuarenta años después. Resulta que con los dos novilleros de moda abría cartel Jerónimo Pimentel, novillero muy estimable y con el que, desde dos años antes, me unía buena amistad. Con Jerónimo, en su coche de cuadrillas, hice el trayecto desde el Hotel Victoria hasta la Plaza de Toros y con mi amigo llegué hasta la puerta de cuadrillas donde les deseé suerte a todos mientras resonaba en mis oídos el “grasia” solemne de Vázquez y Ordóñez.
     Es lo único que recuerdo de aquella tarde, por lo que deduzco que no debía de ocurrir nada. Lo que sí tengo presente es que dos meses después volvía a ver a Manolo Vázquez en Valencia con Antoñito y Paco Honrubia ( la pareja con Ordóñez ya se había roto y éste volaba ya en manos del viejo Dominguín). Fue una tarde apoteósica para el sevillano y el madrileño con cortes de orejas en sus novillos y allí tuve la ocasión de ver palpablemente aquel toreo de frente.
Monumento de Manolo Vázquez frente a la Maestranza de Sevilla

     No tuvo suerte Manolo Vázquez en su primera etapa de matador de toros. Alternativado a final de temporada en Sevilla por su hermano Pepe Luis y Antonio Bienvenida de testigo y confirmado al día siguiente en Madrid con el mismo cartel, las cogidas pronto hicieron su aparición con las consiguientes pérdidas de corridas, de sitio etc. etc. Por otro lado Sevilla, tan incomprensible a veces, no terminaba de entregarse. Siempre sufría la comparación con el glorioso hermano, aunque como hemos dicho antes, el estilo era totalmente distinto. Prácticamente desapareció de los toros mediada la década de los sesenta. Calladamente. Pero llevaba su desazón dentro. Sabía que no había dicho en los ruedos todo lo que tenía que decir, que su obra quedaba inconclusa. No importaba que el calendario de su vida hubiese rebasado ya el medio siglo. Su sobrino Pepe Luis, el hijo del inmenso hermano iba a tomar la alternativa. Torero de corte exquisito tenía ilusionado a los sevillanos. Manolo Vázquez va a reaparecer para doctorarle. La fecha, domingo de Resurrección de 1.981. Testigo Curro Romero. La expectación de la Maestranza a tope. Sucedió que Manolo, con 52 años a cuestas, empezó a decir con capote y muleta todo lo que en su etapa anterior hubiera querido decir. Y Sevilla quedó asombrada. Asombro que culminó dos meses después, en el Corpus, cuando, en presencia de Romero y Paula, lo cogieron a hombros y lo sacaron por la Puerta del Príncipe. Fueron tres temporadas explicando el cómo y el porqué de aquel toreo tan profundo y, al mismo tiempo, tan sutil, tan de seda.
     Culminaron aquellos recitales el 12 de Octubre de 1.983. Su última corrida, un mano a mano con Antoñete, fue toda una demostración de su modo de sentir el toreo. Cuatro orejas y, tras el corte de coleta a cargo de su hijo, se fue del toreo por donde era justicia que se fuese: por la Puerta del Príncipe.
Manolo Vázquez en Murcia, 2003
 
     Años después vino al Club taurino de Murcia a explicarnos, en magistral conferencia, los motivos por los que había vuelto al toreo, para que saliese del todo el torero que llevaba dentro. Había que sacarlo y lo sacó. Y los jóvenes se quedaban boquiabiertos cuando descubrieron esa forma tan sencilla, tan natural de hacer el toreo. Y los que ya no éramos jóvenes sentimos el gozo de ver que el toreo eterno estaba vivo. Por encima de los modos y de las modas.
     Volvió varias veces al Club, a los Aperitivos Taurinos de nuestra feria. Su verbo fácil hacía amenísimas sus charlas que eran siempre una lección de toreo.

     Alguna vez, tanto Manolo como yo, lo encontrábamos en Sevilla, bien en la Feria del Toro, en el Donald o en las cercanías de la Puerta del Príncipe, antes o después de la corrida. En su saludo cordial nunca faltaba un recuerdo a Murcia y a este Club Taurino. Descanse en paz!.

Andrés Salas Moreno.
                                                        Septiembre 2005

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