miércoles, 21 de agosto de 2013

LOS “NIÑOS” DE LOS BIENVENIDA

   
El "Papa Negro" con Manolito y Pepote. El vestido que lleva Manolito está en el museo del Club taurino de Murcia
 
      Sabido es que, Manolo y Pepe Bienvenida, los primeros vástagos de D. Manuel Megías Rapela, aquel al que el crítico taurino D. Modesto bautizara como Papa Negro de la torería, fueron dos niños prodigio capote y muleta en mano, que a la edad de doce años ya tenían revolucionado al mundo taurino. Nacido Manolo en 1.912 en la localidad sevillana de Dos Hermanas y Pepe, al año siguiente en Madrid, la niñez de ambos transcurrió en la capital hispalense y allí fue donde en 1.925, lo que era un juego de niños, se convirtió en irresistible vocación. Dicen que D. Manuel, el padre, no había pensado que sus hijos fuesen toreros, cosa que uno pone en duda, que quería que estudiaran, que no pasaran las penalidades que él sufrió en su carrera harto azarosa. Y no digamos nada Doña Carmen Jiménez, la esposa.
    
El toro "Viajero" de Trespalacios cortó la carrera taurina del "Papa Negro"
 
Bienvenida padre, torero también desde muy temprana edad, hijo de un célebre banderillero que usó como alias el nombre del pueblo extremeño donde nació, en la provincia de Badajoz, localidad que debe a ésta dinastía el ser conocida, por lo menos, en el orbe taurino, pues ellos, los Bienvenidas, siempre proclamaron con orgullo el origen de su cuna. D. Manuel estaba llamado a ocupar un puesto cimero en la torería. Alternativado en 1.905 en la Feria del Pilar, desde el primer momento fue escalando posiciones y teniendo hueco en todas las ferias. Su temporada cumbre fue la de 1.910. Ya D. José de la Loma “Don Modesto”, le había dado el apelativo que se le da al Superior de los Jesuitas, al que se le suponía tanto poder como al Papa de Roma. Éste, taurinamente hablando y según lo había bautizado también el ingenioso crítico, era Ricardo Torres “Bombita”, primerísima figura en ese interregno que va desde la despedida de Guerrita hasta la arrolladora aparición de Joselito.
Presentación en Sevilla de Manolito y Pepito Bienvenida
     Aquel año de 1.910, tanta era la expectación que levantaba Bienvenida, tantas sus cualidades para llegar a lo más alto, que la empresa de Madrid lo anunció el jueves 10 de Julio en una corrida extraordinaria en la que él solo mataría seis reses de Trespalacios.
     Expectación al máximo e inicio triunfal de la corrida. En el tercero, bruscamente se va todo a tierra. Una cornada tremenda que truncó para siempre la carrera de Bienvenida. Larguísima convalecencia, pérdida de facultades, de sitio... Los contratos se fueron disminuyendo. Como último recurso emigró a Sudamérica, a torear lo que fuera. Allí le nació en Caracas, en 1.922, otro hijo Antonio, y en 1.924 decide retirarse. Vuelve a España y se instala en Sevilla en una casa de la calle Marqués de Paradas, muy cerca de la Plaza de Armas. Los dos hijos mayores, Manolito y Pepe, distraen sus ocios jugando al toro en la cercana Alameda de Hércules, aquella en la que se encontraba el hotelito donde la “Señá Gabriela” ejercía su matriarcado ante la devoción y el acatamiento de sus hijos que se llamaban Rafael el gallo y Joselito. En otro chalet vivía aquel orfebre del toreo, nacido en Triana, casi donde la calle Betis se acerca a la Plaza de Cuba, según reza la lápida que recuerda que “en ésta casa nació en 1.902 Manuel Jiménez “Chicuelo”. Recién nacido se fueron a la Alameda y allí sigue en pié, en el número 89, el domicilio de aquel torero, padre de la escuela sevillana.
     Pues allí, en aquel sitio, jugaban al toro Manolito y Pepe, siendo un perrillo adiestrado por ellos el que les embestía.
   
Manolito brinda su primer becerro a su progenitor "El Papa Negro" el día de su presentación en Sevilla
 
  Un día les vio el ganadero D. Anastasio Martín y se quedó embobado ante la gracia y el arte de los chiquillos. Tan es así, que le faltó tiempo para hablar con el Papa Negro proponiéndole que actuaran, como fin de fiesta en una novillada que estaba organizando a beneficio de los Empleados de Escritorio. Accedió D. Manuel y así, el 28 de Junio de 1.925, hicieron el paseíllo en la Maestranza para matar novillos de García Pedrajas, Rayito, José Ordóñez, hermano del Niño de la Palma, y niño de la Rueda. Tras la novillada dos becerros del Marqués de Salas para Manolito y Pepito Bienvenida que, como era de esperar, maravillaron al personal.
     Ya no se hablaba en Sevilla de otra cosa, en vista de lo cual el domingo siguiente, 5 de Julio, vuelven a hacer el paseíllo en el histórico coso para matar, otra vez, becerros del marqués de Salas tras una novillada de Villalón en la que actúan Raimundo Tato, Ruiz Vela y un novillero torrevejense llamado Martínez Vera.
     Nuevo éxito. El mundo taurino no habla de otra cosa y ya toda España reclama en sus plazas, en sus ferias, a los “niños de Bienvenida” como cariñosamente se les conoce.    
Cartel presentación en Murcia
 
     Naturalmente, Murcia no fue una excepción y en la Feria de Septiembre de aquel año hicieron su debut en medio de una gran expectación. Me contaba mi padre que en un importante comercio de la Platería se expusieron en sus escaparates los trajes de luces (mejor dicho, miniaturas de traje de luces) que lucirían los chiquillos.
     Aquella Feria estaba compuesta de los siguientes carteles: El día 6 de Septiembre, con ganado de Gamero Cívico actuarían Ignacio Sánchez Mejías, Antonio Márquez y Marcial Lalanda. El día 7, con reses de Antonio Flores, Manolito y Pepito Bienvenida y el día 8 los siempre temibles Miura que despacharía Saleri II, Sánchez Mejías y José García “El Algabeño”.
     El debut de los niños fue un éxito total. Dicen que era una delicia verles jugar con los becerros con tanta gracia y torería. Pero el que mejor caía al público era Pepito, más bajito, un tanto regordete, que apenas llegaba al morrillo de los animales para colocar las banderillas. D. Manuel hacía de director de lidia, de ángel protector, que una y otra vez tenía que bajarle la cabeza al becerro ante la súplica, casi llorosa, del hijo “!Papá, que no alcanzo!”.
     Tanto gustaron, tan satisfecho salió el público de la Plaza, que en una fecha tan poco taurina como el 17 de Noviembre volvieron a hacer  el paseíllo en La Condomina, a plaza llena, para estoquear reses de Natera con el mismo triunfal resultado.
Reverso del cartel anterior
     Los niños aumentaron considerablemente la cuenta corriente de la familia, pero cuando ya contaban con una temporada de 1.926 repleta de contratos, un decreto del Gobierno del General Primo de Rivera dio al traste con todo. Se prohibía trabajar a los menores de 16 años.
   Tuvieron que irse al Midi francés a seguir toreando, aunque allí el número de festejos era sensiblemente menor. Acabada la temporada emigró a América el matrimonio Bienvenida y los hijos que, a la sazón, tenían: Manolo, Pepe, Rafael, Antonio, Angel Luis, Carmen Pilar... Solo faltaba por nacer Juanito.
     Manolo y Pepe se fueron cuajando en Méjico, Perú, Colombia, Venezuela... donde pronto fueron unos ídolos y cuyo recuerdo todavía perdura en aquellas tierras, donde hicieron entrañables amistades que, a pesar de los años transcurridos, aún siguen estrechamente unidas a esta gloriosa dinastía.
     En 1.928 se deroga la Ley de Primo de Rivera. Los Bienvenidas vuelven a España y en Septiembre de aquel año debutan en la Plaza de Madrid. En el invierno, de nuevo en América, Manolito ya empieza a torear con picadores. Cuando regresa al año siguiente es para tomar la alternativa. El día 28 de Junio, sin cumplir aún los 17 años, en la misma ciudad que su padre, en Zaragoza, se doctora de manos de Antonio Márquez. A partir de entonces los triunfos se sucedieron.
     Aquel niño tan hombre va conquistando todas las plazas, haciéndose imprescindible en las ferias. Naturalmente Murcia no va a ser una excepción y hace el paseíllo en la solemne fecha del 8 de Septiembre. Un corridón de Concha y Sierra, que estoquean Fortuna (que sustituye a Antonio Máquez), Antonio Posada y Manolito Bienvenida que triunfó apoteósicamente. La alegría juvenil, el estilo variadísimo del retoño del papa Negro, cautiva al público. Por cierto, que ya hay otro Bienvenida en los ruedos, al día siguiente, 9 de Septiembre, debuta en Murcia Rafaelito Bienvenida, de 11 años de edad, que matará dos becerros. A continuación Pepito Bienvenida y Alfredito Corrochano, hijo del gran crítico taurino del mismo apellido, lidiarán cuatro novillos. Al decir de las crónicas el festejo constituye un triunfo grande de los tres chavales. Rafael, el tercer vástago de tan gloriosa dinastía, fue asesinado años después, cuando apenas contaba quince, en circunstancias un tanto confusas.
     La empresa Pagés, que era la arrendataria del coso de la Condomina cerró la feria el día 15 con una corrida goyesca, que entonces estaban muy de moda, con toros salmantinos de Lamamié de Clairac, para las cuadrillas de Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Niño de la Palma y Félix Rodríguez. Si los dos espectáculos anteriores fueron triunfales, éste por culpa del ganado o por lo que fuese, fue todo lo contrario. En fin, vaya lo uno por lo otro.

  Andrés Salas Moreno.
Septiembre 2005


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