lunes, 19 de agosto de 2013

El hermano de Lagartijo el Grande, tomó la alternativa en Murcia

Pues Señor que estaba finalizando el mes de agosto del año de gracia de 1.879, cuando las esquinas de las calles murcianas, dentro del tórrido calor que, es de suponer, hacía, se vieron alegradas con los llamativos carteles que anunciaban, jubilosos, dos grandes corridas de toros para los días 5 y 6 de septiembre, como atracción principal de la Feria. Que siempre fueron los festejos taurinos quienes dieron fama , rumbo y categoría a las fiestas patronales de toda ciudad que se precie.
Aún faltaban ocho años para que se inaugurase el actual coso de La Condomina. Quizás no estaba “in mente” de las personas que, más adelante, darían forma y vida a tan colosal circo taurino.   
Manuel Molina, hermano de Lagartijo
 
Por aquellos años, concretamente desde 1.851, Murcia contaba con la llamada Plaza de San Agustín,  construida en el solar que ocupaba el convento de los Padres Agustinos y que era ni más ni menos, que el lugar que hoy ocupa el magnífico edificio de la O.N.C.E.
La plaza en cuestión, era de forma poligonal y tenía un aforo de 7.700 localidades repartidas en tres pisos: Tendido, Grada 1ª y Grada 2ª.
Las ganaderías anunciadas para la ocasión pertenecían al Marqués de Saltillo y a D. Joaquín Murube, es decir, lo mejor de lo mejor de la cabaña brava española de todos los tiempos, pues aún hoy, a ciento veintitrés años  de distancia, corren por las venas de centenares de reses la sangre ilustre de aquellas vacadas.
Los matadores encargados de darles muerte, ambas tardes, eran nada más y nada menos que el primer Califa que tuvo la tauromaquia,  Rafael Molina “Lagartijo”  y el Señor Fernando “El Gallo”, creador de la más grande dinastía torera. Padre de dos toreros tan grandiosos como Rafael el Gallo –compendio de gracia y sabiduría- y Joselito –el torero más poderoso y enciclopédico que dieron los tiempos-.
Pero hete aquí, que el dos de septiembre – tres días antes de la primera corrida- la Sociedad Taurina que regía los destinos del coso murciano, recibe la noticia de que el Sr, Fernando el Gallo no puede actuar porque aún no se ha repuesto de la cogida sufrida en Toledo a mediados de agosto.
No creo que, en aquellos tiempos, con los medios de comunicación existentes, fuese fácil solucionar el problema. Así que nos imaginamos la consternación de los Sres. empresarios.
Mientras tanto la Feria transcurre feliz. La prensa anuncia, que cada noche, de 9 a 11, la Banda de Música que dirige el Maestro Mirete, actúa en La Glorieta, deleitando a los murcianos con su repertorio de valses, polkas y pasodobles, y que el jueves, 4 de septiembre, la ciudad entera acuda a recibir a la Virgen de la Fuensanta, que baja de su eremitorio del Monte, siendo recibida con el fervor acostumbrado, fervor  que, gracias sean dadas a Dios, perdura y aumenta, cada vez más, en estos tiempos que corremos.
Es el mismo 5 de septiembre, día de la primera corrida, cuando los aficionados tienen noticia que el Señor Fernando el Gallo va a ser sustituido por Manuel Molina, hermano de “Lagartijo” y que va a recibir la alternativa de manos de éste.
Las cuadrillas de Mazzantini, Frascuelo y Lagartijo, de Vázquez Díaz
No es difícil de suponer, que ésta alternativa, tan de sorpresa, se organizó sobre la marcha, una vez llegado a Murcia “Lagartijo” con su cuadrilla, en la que figuraba Manuel, joven, de unos veinticinco años, y que alguna vez, cuando su hermano mataba en solitario seis toros, le cedía el último, como solía ser frecuente en aquellos tiempos y a modo de aprendizaje.
Creo pues, que Manuel pensaba pasar a la categoría de matador en un futuro, los acontecimientos se precipitaron y así se salvó a la Empresa del tremendo compromiso.
Así que, todo solucionado, a las cuatro en punto del día cinco, la plaza presentaba un magnífico aspecto, todas las localidades vendidas, adornados los palcos con exquisito gusto y resaltando, cómo no, la proverbial belleza de las hijas de Murcia.
El festejo fue presidido por el Sr. Gobernador Civil y en cuanto éste sacó el pañuelo blanco partieron plaza las cuadrillas de Rafael y Manuel en las que figuraban nombres de tanto fuste como los picadores José y Manuel Calderón,  Juan el de los gallos y banderilleros tan ilustres como Juan Molina, hermano también del Califa y uno de los peones de brega más grandiosos de toda la historia del Toreo, José Gómez “Gallito”, hermano  del Sr. Fernando y también notabilísimo subalterno, Mariano Antón, Cuatrodedos, y etc etc...
El Saltillo que abrió plaza se llamaba “Peleón”  y con él tomó la alternativa el diestro cordobés. La faena se compuso de dos pases naturales y tres con la derecha, dando una estocada y dos pinchazos. El puntillero acertó al segundo puntillazo, ahondando antes, indebidamente, el estoque.
Lagartijo, en el segundo, fue ovacionado tras una estocada corta y un magnífico volapié.
El tercer toro lo mató de media atravesada, otra de la buenas y un descabello al primer intento.
Rafael, que había brindado la muerte de este al presidente efectivo de la Sociedad Taurina, fue obsequiado con un soberbio melón, y, pásmense, en el corazón de éste se albergaba una cadena de oro para reloj, y con el titulo de Presidente Honorario de la Sociedad Taurina, tributo de admiración que ésta rendía al Arte.
La lidia de los restantes toros transcurrió sin pena ni gloria.
Los saltillos fueron al caballo un promedio de doce veces por toro, haciendo una gran pelea en varas y dejando para las mulillas un total de 16 jamelgos.
La segunda corrida ya fue otro cantar. La plaza no se llenó y los murubes, si exceptuamos el 2º y el 4º, defraudaron.
Los picadores mal, muy mal y los banderilleros medianos, salvo Juan Molina que evidenció, una vez más, su maestría.
El Sr. Presidente Honorario de la Sociedad Taurina, ya sea por el encumbramiento, ya sea por cansancio, no rayó a gran altura.
De Manuel Molina, dice el crítico del Diario de Murcia que estuvo bastante descompuesto en la brega y que carece de arte y afición y que no merece el nombre de matador de toros. Bueno, pues la cosa, en lo que se refiere al toricantano no estuvo muy allá.
Picados por la curiosidad indagamos en su carrera y vemos que confirmó la alternativa al año siguiente, el 11 de julio, de manos de su hermano y siendo testigo Currito, el hijo del gran Cúchares. Toreó poco Manuel Molina y siempre, gracias a la protección del hermano famoso. Así, hasta 1.885 en que abandonó definitivamente la profesión.
Es frecuente, a lo largo de la Historia del Toreo, que cuando surge un genio aparece siempre un hermano que quiere medrar a la sombra de aquél. Naturalmente no llegan muy lejos.
Otro tanto le ocurrió a Frascuelo con su hermano Francisco, que también se hizo matador al socaire de Salvador, sin que brillara mucho. Por eso cuentan que Lagartijo y Frascuelo, grandes rivales en el ruedo y, más que amigos, hermanos, en la calle, cuando se tomaban dos copas de más y estaban “a gusto” le decía el uno al otro: “Los mejores toreros tú y yo, y los peores toreros tu hermano y el mío”.


Andrés Salas      junio 2002

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