miércoles, 28 de agosto de 2013

POR SEVILLANAS

Procesión del Corpus Christi en Sevilla
Le sobraba razón a César Cadaval, el gordito de Los Morancos, cuando escribió aquella canción que dice: Sevilla tiene un color especial…”. Y un aroma, también especial, añadiría yo. Otra cosa.

Uno llega aquí, con suficiente antelación, en vísperas del Corpus Christie y advierte con regocijo, al fin y al cabo cristiano viejo, que la ciudad, a varias fechas vista, ya se está engalanando para festejar al Santísimo Sacramento del Altar, al Amor de los Amores.

En la página religiosa de ABC hispalense se anuncian, por lo menos en diez iglesias, solemnes triduos, orador sagrado incluido, preparatorios de la solemne festividad que se avecina. Por muy laicos que sean sus gobernantes, Sevilla sigue siendo Sevilla en cuanto a religiosidad. En la Plaza de San Francisco, espaldas del Ayuntamiento, ya se levanta un arco monumental bajo el que ha de pasar la Custodia.

Coincide otro acontecimiento estos días. El Señor de Sevilla, es decir, Jesús del Gran Poder, ha abandonado por unos meses, debido a unas obras, la Iglesia de San Lorenzo y se ha trasladado a la capillita de un convento, la de Santa Rosalía. Me lo comentan, en la terraza de la cafetería del Hotel Bécquer, dos banderilleros de prestigio: Rafaelito Torres, al que uno vió tantas veces en la cuadrilla del llorado Paquirri, y Curro Puya, descendiente de aquel Francisco Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”, conocido también como Curro Puya, que perdió la vida ante un toro de Graciliano en el año 1931, en la vieja Plaza de Toros de Madrid.

Curro Puya "Gitanillo de Triana
Aquel que toreaba tan despacio de capa que D. Gregorio Corrochano le preguntaba en una crónica: “Dime Curro, ¿es que se te para el corazón cuando toreas?”. Y sobrino, también, de Rafael Vega de los Reyes, el que abría cartel en Linares aquel 28 de Agosto fatídico y que tenía un estilo cien por cien trianero. Porque, no lo dudéis, hay una escuela trianera, como la hay rondeña y como la hay sevillana. Es más, por un misterio que no he podido descifrar y aunque tan solo los separa el río, en Triana se torea de modo distinto que en Sevilla.

Pues bien, Rafael Torres y este Curro Puya, en la actualidad asesor del palco presidencial de la Maestranza y antes, mucho antes, banderillero en la cuadrilla de Antonio Ordóñez, me dicen que en la capilla, tan chica, da más gusto ver al Gran Poder, porque lo tienes casi al alcance de la mano, más cerquita.

Me lo corrobora otro gran torero de plata, Andrés Luque Gago. Mi tocayo ha bajado desde su domicilio de Valencina, a charlar un rato conmigo. Y aquí estamos, en la calle Reyes Católicos, muy cerca del Puente de Triana. Ahí mismo, en la acera de enfrente, en el número tres, vivía Ricardo Torres “Bombita”, el torero de la eterna sonrisa, como le llamaban los cronistas de la época. El que, junto a Machaquito, ocupa esos años de sede vacante que va desde la retirada de Rafael Guerra “Guerrita” hasta la aparición explosiva de Joselito y Belmonte. Andrés ha estado estos días en la feria de Osuna, ciudad donde tiene un hijo Juez y me habla y no acaba de un chaval, reciente matador de toros, que ha visto allí y que se llama Daniel Luque. Habrá que verlo.
Luque Gago

Andrés es un hombre de inquietudes literarias y quiere verter en un libro las experiencias vividas a lo largo de sesenta años en el mundo del toro. Muy joven, de novillero incipiente, tuvo la suerte de alternar en tentaderos, allá por los años cincuenta, con Rafael “El Gallo”, con Juan Belmonte, con Manuel Jiménez “Chicuelo”, el torero nacido en la calle Betis y criado en la Alameda de Hércules, el impulsor de la escuela sevillana. Pura filigrana su toreo.

Luego, mi amigo, cuando no vió claro lo de hacerse matador, cambió la muleta por el capote de brega y las banderillas y fue un importantísimo peón en las cuadrillas de Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Paquirri… Con un torero que era punto y aparte, Rafael de Paula, terminó su carrera en los ruedos. Luego, apoderó al enigmático gitano de Jerez.

Hombre muy preparado, de verbo fácil, es muy solicitado para dar conferencias y en nuestro Club Taurino de Murcia ya dio buena prueba de ello y, quizás, cuando se publiquen estas letras, habrá honrado otra vez nuestros Martes Taurinos.

Luque Gago toreando
Hay que ver al Vito. Estamos citados con el viejo amigo en el Portón, en la calle General Polavieja, casi al costado del Ayuntamiento, que allí es donde Julio, Pérez Herrera, ese pozo sin fondo de sabiduría taurina y de la otra, ha sentado sus reales. “Es que aquí se está muy bien, mi arma, tomando el solecito y mirando a la Giralda”. Y allí está todos los días, campaneando las doce. Ya no para en El Cairo, en cuya acera, según el magistral artículo que Antonio Burgos escribió este invierno en el ABC, impartía sus lecciones de buenos andares y buenos modales hasta el punto del genial escritor propuso la creación de la Academia Sevillana de los Buenos Modales y, naturalmente, al Vito como académico. Pero éste sigue yendo por la calle de una manera que está pidiendo un pasodoble, como el que suena en su móvil y que no es otro que el que compusiera el maestro Lope en el año 1905 en honor de su padre, también matador de toros y luego banderillero a las órdenes de Juan Belmonte.

Los 82 años del Vito no se ven por ningún lado. Ni una arruga en el rostro, ni mucho menos, en su impecable traje, siempre con la sonrisa franca para el amigo y el piropo de buena ley, oportuno, para la mujer guapa que pase por su lado.

Hoy mismo ha entablado conversación, no se cómo, con una linda holandesita que se ha sentado a su lado, en el Bar, con la intención de oír conversaciones en español y que así, se le fuera pegando el idioma.  Julio se ha presentado como torero (es lo primero que dice cada vez que conoce a alguien:”mire usted, yo soy torero”) y como sorprendiera alguna mirada maliciosa de los amigos que por allí pasaban les decía en voz alta: “Eh, que es mi nieta”.
Luque Gago,  Nicolás Salas, La Consejera de Cultura,
 EL VITO y Ortega Cano

Este invierno el teléfono me despertó a hora temprana. Mi hijo me decía que el Vito había ingresado en el Hospital de San Juan de Dios, en Bormujos. Una caída en su domicilio, con fractura de cadera. Me alarmé, pero nada. Tras una pronta intervención quirúrgica y una eficaz y constante rehabilitación Julio volvió a ser el de siempre, en un tiempo record. Tan agradecido está a Marisol, la fisioterapeuta, que al otro día se presentó en la Sala de Rehabilitación del Hospital, pidió silencio y así les habló a los enfermos que allí estaban haciendo sus ejercicios:”Señores, hace dos meses entré yo en este lugar mucho peor que ustedes, pero hice todo lo que me mandó esta señorita y fíjense cómo estoy”. Y levantó los brazos como si fuera a poner un par de banderillas. “Obedezcan a Marisol y se pondrán bien muy pronto”. Sonó una ovación y saludó como si estuviera en La Maestranza.

Con Fernando Ostos, otro contertulio, recuerdo tantas y tantas tardes de su hermano Jaime. Con Pepe Ibáñez, novillero en la década de los setenta, comento la cantidad de avisos que hoy reciben los toreros y se quedan como si nada. Y me dice: “Fíjate, la última vez que toreé en Sevilla me dieron un aviso y de la vergüenza que me dio estuve tres días sin salir a la calle. Y me quité del toreo”.

Pasa por allí Victoriano de la Serna y recordamos su toreo de capa, que aprendió de su padre, el genial Victoriano de los años treinta que bajaba las manos de modo increíble. “Desde una distancia de muchos metros ya traía al toro metido en el capote”, me dice.
El Vito me acompaña hasta la parada de taxis de la Plaza Nueva. Como es de natural algo coqueto se me adelanta unos pasos, para que lo vea andar, a la vez que me pregunta:”¿Se me nota lo de la fractura?”. “No, Julio, que estás para reaparecer ya mismo”.

El Vito recibiendo un homenaje
El Jueves del Corpus amanece luminoso, radiante, como debe ser. Toda Sevilla está en la calle con sus mejores galas, para honrar a Jesús Sacramentado. El romero que alfombra el suelo, por donde ha de pasar la Custodia, llena el ambiente de un aroma especial. El baile angelical, delicado, de los “Seises” atrae la atención de todos.

Y a la tarde los toros. Los alrededores de la Plaza son un hervidero. Media hora antes de empezar el festejo Su Majestad el Rey Juan Carlos I inaugura el monumento que Sevilla le ha erigido a su Augusta Madre doña María de las Mercedes, situado delante del palacio de los Maestrantes, a muy pocos metros de la Puerta del Príncipe.

Es el día ilusionado de la alternativa de Oliva Soto, un gitanito de Camas. Curro Díaz, un artista de Linares, va a ser el padrino y de testigo oficiará el malagueño Salvador Vega. Abre plaza un rejoneador que viene apretando lo suyo, Diego Ventura.
Inauguración del monumento a
Dª María de las Mercedes, madre del Rey

Ambiente de fiesta grande, en la calle Adriano el saludo cordial de Sebastián Cortés, director de la Escuela Taurina de Albacete, que viene, ex profeso, a la alternativa del hermano de raza. Alfonso Ordóñez Araujo, hijo de aquel que “era de Ronda y se llamaba Cayetano”, hermano del inmenso Antonio, y uno de los grandes hombres de plata que he visto en los ruedos, acude a la puerta por la que sabe que tengo que acceder a mi abono a darme un abrazo. Un amigo de los que te sientes orgulloso de haber conocido. Gran persona.

Y al tendido. Instantes después aparece Su Majestad. Le acompaña la Infanta Elena, elegantísima, luciendo la mantilla española. El Himno Nacional nos pone a todos un nudo en la garganta.

Alfonso Ordóñez
Poco después el cerrojo de la puerta de cuadrillas suena como un trallazo y, simultáneamente suenan los compases de “Plaza de la Maestranza”, el pasodoble que siempre acompaña el, paseíllo en este ruedo. Un escalofrío me recorre el cuerpo mientras estos hombres, vestidos de luces, cruzan el ruedo con sus sueños de Gloria a cuestas. Que Dios reparta suerte.

P.D. Naturalmente, también pasé por el Donald, donde siempre te encuentras con la afectuosidad de Mariano, de Manolo Sosa y de todos los empleados, amén de sus riquísimas viandas. Por allí andaba César Rincón y esposa, que lidiaba al día siguiente, 18 de Mayo, sus novillos del Torreón en la Maestranza.

No volví. ¿Qué me ocurrió?. ¿Qué se me quebró dentro del ánimo?. ¡Casi nada!. Los recuerdos me jugaron una mala pasada. De momento, de momento, el Donald, sin Manolo González no es el mismo.

Andrés Salas Moreno
Abril-junio-2008


1 comentario:

  1. Tuve la suerte de compartir parte de mi vida con d.Andrés Salas Moreno gran aficionado mejor amigo y excelente persona siempre estarás eni corazón hasta que espero que el verdadero Maestro jesucristo nos de la oportunidad de volvernos a darnos un fraternal abrazo Alfonso ORDOÑEZ Araujo.Torero.

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