José Clarós "Pepete" |
En el mes
de Marzo del presente año, el Club Taurino, en una de sus visitas a las
ganaderías andaluzas, hizo un inciso para recuperar una costumbre piadosa que,
antes, figuraba siempre en la programación de estos viajes.
El sábado, 13 de Marzo por la mañana,
varios socios se acercaron al cementerio de San Fernando de Sevilla a depositar
ramos de flores y oraciones en los mausoleos de tantos y tantos toreros que reposan
para siempre en el bello camposanto, Joselito, El Gallo, Sánchez Mejías, Juan
Belmonte, El Espartero, Paquirri... nombres míticos de la torería, hombres que
engrandecieron esta maravillosa locura del toreo. Y la tumba de Pepete. Pepete
no era tan famoso como los arriba nombrados, pero en sus comienzos novilleriles
era tanto su valor que, en Sevilla, se le comparaba con el Espartero. Era
torero muy estimable que vino a encontrar la muerte en la Plaza de Toros de
Murcia el 7 de Septiembre de 1.910.
Se
lo oí contar a mi padre tantas veces, le oí referir con todo lujo de detalles
el entierro, que él presenció, con la curiosidad del niño de doce años que
entonces era, desde la puerta del Hotel Universal (luego llamado Hotel
Victoria), que hoy, al evocar al infortunado torero sevillano no he resistido
la tentación de curiosear, en la Hemeroteca Municipal, la prensa de la época
para intentar imaginarme cómo fue aquella feria, que ya pasó a ser, para
siempre, la Feria en que murió Pepete.
Con los periódicos delante revivo lo que
mi padre me contaba. Lo primero, que Pepete, en un principio, no estaba
anunciado, como podéis ver en los carteles que aquí reproducimos. Una feria de
postín en las que se anunciaban tres corridas de toros los días 4, 7 y 8 de
Septiembre y una novillada de lujo el día 11 y en la que se presentaban, las
cuadrillas de los niños sevillanos formada por Limeño y Gallito, que no era
otro que el famoso Joselito, que a sus quince años ya se perfilaba como un
torero de época, como el futuro mandón del Toreo.
Hay algo que me llama la atención y es
que en la primera corrida, en la del día cuatro de Septiembre, actúa el
veterano Antonio Fuentes, que había tomado la alternativa en 1.883, en la Plaza
de Madrid, de manos del señor Fernando el Gallo. Tan gran torero era Fuentes,
elegante, banderillero inconmensurable, que el Guerra lo designó heredero suyo
cuando dijo aquello de “Después de mí “nadie” y después de “nadie”...
Fuentes”.
Por lo general, los toreros artistas, y
Fuentes lo era en grado sumo, no andan sobrados de valor y esto le impidió
mandar en el toreo, aunque su nombre siempre le daba prestigio a un cartel. En
realidad, los que acaparaban el favor de la afición por aquellos días y sumaban
el mayor número de festejos eran Ricardo Torres “Bombita” y Rafael González
“Machaquito”.
Como dije antes, me llama la atención
ese primer cartel de feria en el que, con toros de Veragua, acompañan a
Fuentes, Tomás Alarcón “Mazzantinito” y Antonio Pazos. Mazzantinito fue un torero
de segunda fila y Antonio Pazos no llegó a eso. La categoría del cartel estaba
en Fuentes y, hasta tal punto que, como podréis ver, los precios de la corrida
en la que él actúa eran más elevados, puesto que la general cuesta 4,35
pesetas, mientras que el día 7 y 8 de Septiembre, con Machaquito, Bombita y
Vicente Pastor, valen 3,48, por lo que hay que pensar que los honorarios del
heredero del Guerra eran elevadísimos y que la modestia de sus compañeros de
cartel equilibraba el presupuesto.
Era el año de la despedida del
veterano torero y la verdad es que la corrida no fue nada del otro mundo, según
El Liberal del día 5 de Septiembre. Fuentes estuvo indeciso y solo en unos
muletazos, al cuarto de la tarde, recordó al torero que alternaba con Reverte,
Guerrita y el Espartero.
En la prensa del día 6 ya se dice que
Bombita no curará de la cogida que tuvo, en la feria de Málaga, hasta finales
de Septiembre por lo que su actuación en Murcia era imposible, siendo
sustituido por el diestro sevillano José Claro “Pepete” que, en realidad se
llamaba José Gallego Mateo. El Claro era el segundo apellido de su padre.
Puede decirse que el valor fue su
mayor credencial, pues al decir de las crónicas, no adelantó en arte y
conocimientos, por lo que la afición sevillana, que esperaba más de él, le fue
retirando su favor. No obstante, cuando tomó la alternativa en La Maestranza,
en la Feria de San Miguel de 1.905, de manos de Bombita, alcanzó un gran
triunfo que se repitió al día siguiente en que volvió alternar con su padrino y
Bonarillo.José Clarós "Pepete" |
Numerosas cogidas, y algunas de extrema
gravedad, salpicaron su carrera lo que, sin duda, influyó en su ánimo y en la
irregularidad de su trayectoria, dándose los consiguientes altibajos. Así
llegamos al 7 de Septiembre de 1.910, día en el que ha de sustituir a Bombita,
compartiendo cartel con la otra máxima figura de la época, Machaquito, lidiando
toros de la prestigiosa ganadería de Parladé.
El Liberal anunciaba los numerosos
trenes especiales que vendrían de Alicante y, sobre todo de Cartagena, donde
Machaco era muy querido, pues no olvidemos que, unos años antes, había
contraído matrimonio en la ciudad hermana con la distinguida señorita
cartagenera Ángeles Cletmenson.
Nada mas comenzar la corrida, en el
primer toro llamado “Estudiante”, Pepete fue cogido al hacer el quite que le
correspondía. Con una cornada en la ingle ingresó en la enfermería, con la
consternación de los espectadores que se habían percatado que el percance era
grave. Machaquito, sobreponiéndose a la impresión, tuvo una actuación
lucidísima, quizás la mejor de su vida, como refirió en más de una ocasión,
pues mató a los seis toros de seis estocadas de las suyas, es decir, de las que
se dejaba en los pitones del toro las chorreras de la camisa. Contrastes de la
vida, mientras la Plaza entera lo aclamaba su compañero agonizaba en la
enfermería, donde dejó de existir a las 6,40 de la tarde, poco después de
finalizar el festejo.
Los doctores Luis Gómez y Mariano
Precioso, le apreciaron una herida de 6 cm. en la ingle derecha, con rotura de
la femoral, que ligaron inmediatamente, pero que tenía también una trayectoria
hacia el periné y otra hacia el vientre, causando horribles destrozos. El
enfermo se colapsaba por momentos, por lo que se le administraron varias
inyecciones de cafeína y éter y dos sueros Hayem para reponer las pérdidas de
líquido sanguíneo. Todo fue inútil. Pepete no se reponía del colapso. Recibió
la extremaunción que le administró el capellán del Colegio de San José, cercano
a la Plaza de Toros.
Córdoba 26-Sepbre-1908 |
La Ciudad entera quedó conmocionada por
la tragedia y fueron incesantes las visitas a la cámara mortuoria, que se
instaló en la misma enfermería. Las cuadrillas lo velaron toda la noche y se
dice que a Machaquito, a altas horas de la madrugada, tuvieron que arrancarlo a
viva fuerza de junto al cadáver del compañero, pues tenía que torear al día
siguiente y debía descansar. No obstante, a las nueve de la mañana ya estaba de
nuevo en la Plaza para presidir el entierro que, a esa hora, se encaminaba
hacia la Iglesia de San Juan, donde le esperaba el clero parroquial para rezar
un responso.
Murcia entera estaba allí, siguiendo
aquel coche fúnebre, a la Federica, tirado por seis caballos. Guardia Civil a
caballo ponía orden en la multitud que miraba con estupor el entierro de aquel
torero que, lleno de vida, cargado de ilusiones, llegó a la ciudad dispuesto a
triunfar. Machaquito, Vicente Pastor y cuadrillas acompañaron el cadáver hasta
el cementerio de nuestro Padre Jesús. Pepete quedó en el Depósito, donde fue
embalsamado. A la noche lo trasladaron a la Estación del Carmen para, en el
furgón de un tren mixto, trasladarlo a Sevilla vía Alcázar de San Juan.
El
embalsamamiento fue llevado a cabo por los doctores Gómez y Precioso, en
presencia del Subjefe de Sanidad D. Laureano Albaladejo y el forense D. Francisco
Ayuso.
Pero la vida sigue y a las cuatro de la
tarde, horas después de la imponente manifestación de duelo, las cuadrillas de
Machaquito y Vicente Pastor ya estaban en la puerta de cuadrillas para matar
seis toros de D. Teodoro del Valle. El crítico calcula una entrada de unas ocho
mil personas, las cuales fueron testigos del gran momento que atravesaba
Machaquito, pues volvió a triunfar plenamente cortando orejas en el primer y
quinto toro de la tarde. Vicente Pastor estuvo discreto, no pudiendo demostrar
su fama de gran estoqueador, pues pinchó más de la cuenta.
Dos días después el cadáver de Pepete
llegaba a la estación de la Plaza de Armas de Sevilla. Desde allí fue
trasladado al cementerio de San Fernando para ser, desde su mausoleo, un
testimonio más -¡ y van tantos...!- de que esta Fiesta es inmortal,
precisamente por eso, porque en ella se puede morir.
Dr.Andrés Salas Moreno
agosto-2004
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