Reverte y su cuadrilla en Jerez de la Frontera en 1898 |
En todas las épocas, las máximas figuras
del toreo han pretendido imponer su ley e ir más cómodos en cuanto a ganado y
compañeros se refiere. Quizá el mismo protagonista ni se entere de ello y sea
cosa de la oficiosidad de los apoderados el querer despejar el camino de
cualquier cosa que suponga un obstáculo. Rafael Guerra “Guerrita”, una de las
mayores cumbres del toreo del siglo XIX, le mataba al Marqués de Saltillo las
camadas enteras e utreros y, ya retirado, decía:” Si me dejan los dejo mochos a
todos”. El fue el primero que le dijo a los picadores: “Déjalo que enganche,
déjalo que romanee”, es decir, que además de con el puyazo, el toro se
quebrantara también con el peso del caballo sobre el testuz. Pero el mayor
abuso del Guerra, la demostración de su tiranía, es que no admitía el sorteo
con los compañeros.
La
novia de Reverte
Tiene un pañuelo
Con cuatro picadores
Reverte en medio.
¡Qué maravilla!
Y un letrero que dice
¡Viva Sevilla!.
Antonio Reverte, La Lidia 1892-Novbre-21 |
No es que D. Luis Mazzantini llegara a
esos extremos, pero puestas así las cosas no tuvo más remedio el cordobés que
ceder y ya se implantó el sorteo definitivamente. Pero el mal ya estaba hecho y
estos abusos se volvieron contra el Guerra mostrándose los públicos muy
intransigentes con él. Sobre todo los madrileños que le llevaron a proferir su
famosa frase: “En Madrid que “atoree” S. Isidro” con lo que, al decir de
Corrochano, metió irreverentemente al Santo Labrador en el abono de
Madrid.
Y ya que hemos citado a D. Luis
Mazzantini, digamos unas palabras de él. Nacido en un pueblo de S. Sebastián,
Eibar, y criado en Italia volvió a España cuando tenía 15 años formando parte,
en calidad de paje, del séquito del Rey Amadeo de Saboya. Más adelante opositó
al cuerpo de ferrocarriles y estando de Jefe de Estación en un pueblo de Toledo
se organizó una becerrada gremial, que por aquel entonces eran muy frecuentes.
Medio en serio, medio en broma, salió el buen hombre a torear y, a la hora de
matar, le propinó una soberbia estocada al becerrote, lo que le supuso un gran
éxito.
Aquello hizo mella en su ánimo. Encontró
muy fácil lo de manejar la espada, cualidad que en aquella época bastaba para
que un torero pudiera funcionar y pensó que si se dedicaba al toro,
indudablemente, ganaría más dinero que dándole salida a los trenes. Así que, ni
corto ni perezoso, se lanzó a los ruedos.
La elegancia de Mazzantini |
Tras una rápida carrera de novillero tomó
la alternativa, en Sevilla, el domingo de resurrección del año 1.884. Cuentan
que la noche antes se paseó por la calle Sierpes vestido como en él era
habitual, de levita y chistera, ante la mirada guasona de los sevillanos que no
daban crédito a lo que veían. En aquellos tiempos de flamenquería resultaba un
ejemplar muy raro.
Pero al día siguiente, cuando vieron como
mataba a sus toros de sendos volapiés hasta la bola, sin desmerecer para nada
de las que en la misma corrida dio Frascuelo, padrino de la alternativa, se
acercaban al eibarrés para decirle: “Chóquela
amigo, que es usted un tío”.
Naturalmente, hombre de educación exquisita
y de gran cultura, se despegaba mucho de sus compañeros que le miraban como si
fuera un extraterrestre. Sin embargo tuvieron que rendirse a su amistad. Más
instruido que ellos, los aconsejó mucho y bien a la hora de firmar contratos
pues, incultos por lo general, a veces se aprovechaban de ello algún empresario
que otro.
Para prueba de su educación y de la falta
de ella de sus colegas, ahí va un ejemplo. Actuando con el Guerra obtuvo éste
un triunfo clamoroso. Al siguiente toro, al ir a coger los trastos de matar, le
dice D. Luis al cordobés con toda amabilidad: “Rafael ¿sería usted tan amable
de dejarme la muleta con la que ha toreado a su toro, a ver si soy capaz de
hacer lo mismo?”. “Bueno, dijo Guerrita, tómela usted, pero lo que yo he hecho
no es usted capaz de hacerlo aunque se acueste en la cama de Lagartijo”.
Mazzantini, una vez retirado, se dedicó a
la política llegando a ser Gobernador Civil de Guadalajara.
Cuenta César Jalón “Clarito” en sus
memorias, que estando con D. Luis en una cafetería, vieron pasar a Joaquín
Menchero “El Alfombrista” así llamado por el negocio que tenía en la madrileña
Carrera de San Jerónimo y que era un aficionado grandioso, íntimo amigo de
Joselito y, más que eso, como un segundo padre, cuando comentó Mazzantini: “Ahí
va El Alfombrista, tan serio, tan formal. ¡Si usted lo hubiera conocido en sus
años mozos…!. Era el tormento de los toreros con aquel vozarrón, protestando en
el tendido ante el menor fallo que teníamos. Recuerdo que una tarde, en quites,
me dio el toro un revolcón, rompiéndome la taleguilla por la parte posterior.
Entonces era un deshonor mirarse una a ver si iba herido. Como tocaban a
banderillas y yo tenía que estar detrás del banderillero me dije: “Como la
gente está distraída con el banderillero ahora me toco a ver si estoy herido”.
Así que empiezo a bajar la mano con disimulo y cuando ésta llegaba a donde la
espalda pierde su nombre suena en la Plaza el vozarrón de D. Joaquín diciendo:
“D. Luis. ¿Quiere usted papel higiénico?”.
Guerrita |
Volvamos al Guerra. Cuando se retira del
toreo en la Feria del Pilar del año 1.899 dice su famosa frase: “Después de mí…
“naide” y después de “naide”…Fuentes”. Es, pues, la generación de los “naide”,
que perviven en el toreo hasta el advenimiento de Joselito y Belmonte. Las
cabezas visibles, en estas temporadas son Bombita y Machaquito, que reunían
todas las condiciones para entrar en competencia por lo opuesto de sus estilos.
Muy fino, muy dominador Ricardo y de un valor espeluznante Rafael, fenomenal
estoqueador que inspiró a Mariano Benlliure su famosa obra escultórica “La
estocada de la tarde” y hombre que se dejaba la pechera de la camisa en los
pitones en ese trágico cruce con la muleta en el momento cumbre de entrar a
matar.
Pero
las competencias las tiene que hacer el público, no los despachos. Veían torear
con mucho agrado a la pareja, pero sin tomar partido por ninguno.
Como eran los que más toreaban, eran,
también, los que más corridas de Miura mataban, ya que estos toros eran
imprescindibles en todas las ferias de postín y las figuras tenían el
ineludible deber de torearlos. (Como veis, los tiempos han cambiado un poco).
La ganadería de D. Eduardo tenía un cartel enorme casi desde su fundación en
1.842, basado sobre todo en su fiereza y en haber vestido de luto varias
familias.
Ricardo Torres Bombita |
Sucedió entonces, que los matadores,
capitaneados por Bomba y Machaco firmaron un escrito dirigido a las Empresas en
el que manifestaban que como los toros de Miura daban el doble de trabajo que
los demás, cuando se torease ganado de esa divisa los honorarios debían de ser
más elevados. Empresa, ganadero y público pusieron el grito en el cielo, dando
origen al llamado “Pleito de los Miuras”. A pesar de que en el escrito se hacía
saber que ese superávit no era para beneficio propio sino para incrementar los
fondos de la fundación que ya le bullía en la cabeza a Ricardo Torres
“Bombita”, la creación del Montepío de Toreros, el sevillano y el cordobés
fueron castigados de modo severo no siendo contratados para el abono de Madrid
y teniéndose que refugiar en provincias.
Aprovecharon la ocasión para salir del
ostracismo toreros como Vicente Pastor y, Rafael el Gallo y meter la cabeza en
la temporada madrileña pues por aquel entonces no se podía ser figura del toreo
sin torear en Madrid.
Machaquito |
En fin, otros hombres y oros tiempos.
Dr.D. Andrés Salas Moreno
Octubre 2007
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