Manolo Escudero
Pues señor, que a uno aún no se le ha ido de la
memoria aquel mes de junio del año 1.943. Año en que cumplía los once años y ya
era un aficionado con un criterio más o menos definido para tan temprana edad.
Cinco
festejos presencié, entre corridas y novilladas, y en cada uno de ellos se
dieron hechos que aún perduran en mi recuerdo. En primer lugar el día 3,
festividad de la Ascensión del Señor, uno de los tres Jueves que entonces
brillaban más que el sol, la empresa Guixot, que a la sazón dirigía los
destinos de la Plaza de Toros de Murcia, anunció una corrida de ocho toros, con
ganado de Concha y Sierra, para los diestros Manolete, Pedro Barrera, José
Roger “Valencia III” (primo del actual Victoriano Valencia) y Manolo Escudero,
que había tomado la alternativa, en nuestra Plaza, justo un mes antes.
Pero
este cartel, conforme se iba acercando la fecha de su celebración, sufrió, por
mor de imponderables, importantes modificaciones. En primer lugar cayó herido
“Valencia III”, siendo sustituido por Luis Gómez “El Estudiante”. Sobre el
papel el cartel mejoraba, pues “El Estudiante” pertenecía a aquella generación
de grandes toreros de los años treinta, a los que no se ha hecho la debida
justicia, y a la que pertenecían Ortega, Manolo Bienvenida, Armillita, Vicente
Barrera, etc. etc.
Pues señor, que a uno aún no se le ha ido de la
memoria aquel mes de junio del año 1.943. Año en que cumplía los once años y ya
era un aficionado con un criterio más o menos definido para tan temprana edad.
Cinco
festejos presencié, entre corridas y novilladas, y en cada uno de ellos se
dieron hechos que aún perduran en mi recuerdo. En primer lugar el día 3,
festividad de la Ascensión del Señor, uno de los tres Jueves que entonces
brillaban más que el sol, la empresa Guixot, que a la sazón dirigía los
destinos de la Plaza de Toros de Murcia, anunció una corrida de ocho toros, con
ganado de Concha y Sierra, para los diestros Manolete, Pedro Barrera, José
Roger “Valencia III” (primo del actual Victoriano Valencia) y Manolo Escudero,
que había tomado la alternativa, en nuestra Plaza, justo un mes antes.
Pero
este cartel, conforme se iba acercando la fecha de su celebración, sufrió, por
mor de imponderables, importantes modificaciones. En primer lugar cayó herido
“Valencia III”, siendo sustituido por Luis Gómez “El Estudiante”. Sobre el
papel el cartel mejoraba, pues “El Estudiante” pertenecía a aquella generación
de grandes toreros de los años treinta, a los que no se ha hecho la debida
justicia, y a la que pertenecían Ortega, Manolo Bienvenida, Armillita, Vicente
Barrera, etc. etc.
Victoriano de la Serna |
La Serna era un caso extraño en el toreo.
Estudiante de medicina, a punto de terminar la carrera, toreó un festival
universitario y allí sintió la picazón del toreo. Hizo una carrera meteórica de
novillero y rápidamente tomó la alternativa de manos de Félix Rodríguez. Ya
matador de toros terminó los estudios de Medicina en la Facultad de Valladolid.
Fue uno de los mejores capotes que ha tenido la historia del toreo.
Sus verónicas, arrastrando el capote por
el suelo, paraban los pulsos. Con la muleta era pura inspiración, lo que
dictaran las musas, por lo que sus faenas oscilaban entre lo sublime y el
fracaso más rotundo, muy en la línea de Rafael el Gallo. Por eso sus
actuaciones despertaron siempre un gran interés. Era lo imprevisible, lo que se
sale de las normas.
Rafael Albaicín |
K-Hito hablando con Manolete |
La novillada aún está en el recuerdo de
los que tuvimos la suerte de presenciarla y seguimos en este mundo. Magnífico
Pepe Vera en sus dos enemigos, luciendo todo su repertorio. La tremenda
personalidad de Rafael Albaicín, la increíble lentitud de su toreo, la
plasticidad de su arte. Un torero que de haber tenido un poquito de valor -¡ay
la idiosincrasia de los toreros gitanos!- no sabemos adonde hubiera llegado. De
Parrita sorprendió aquel citar suyo, a muchos metros del toro, con la muleta en
la izquierda y, luego, aquellos naturales largos y su quietud, su tremenda
quietud, que fue el principal argumento que lo llevó a figura del toreo.
Los bravos novillos fueron desorejados y
aquellos tres novilleros, tan distintos, escribieron aquel día una página de
oro en la historia de nuestra Plaza.
Cagancho |
El segundo espada era Cayetano Ordóñez,
hijo del “Niño de la Palma”, el que
era de Ronda y se llamaba Cayetano. Cerraba la terna un jovencísimo Pepín
Martín Vázquez, hijo del señor Curro Martín Vázquez, el gran estoqueador de los
tiempos de José y Juan. De director de lidia, de ángel tutelar de los chicos,
el “Niño de la Palma”, recién retirado
y luciendo ya una espléndida calva.
El Estudiante |
No acabó
aquí mi mes de junio. En los días 27, 28 y 29 se celebraron en Alicante las
Fiestas de San Juan, pues al coincidir el día 24, día del Santo, con la
festividad del Corpus Christi, se trasladó la celebración de las “Fogueres” alicantinas al día de San
Pedro. No fuimos mi padre y yo a la primera corrida, en la que sé que actuó
Pedro Barrera, pero sí estuvimos en las otras dos. En la del día 28, con toros
del Conde de la Corte, actuaron Manolete, Antonio Bienvenida y Manolo Escudero.
Fue un día imborrable para los que estábamos alistados (y ahí seguimos hasta el
fin de los siglos, como he dicho repetidas veces) en la causa manoletista.
Cuatro orejas, dos rabos y dos patas cortó aquella tarde el Califa cordobés. La
Plaza de Alicante era un puro manicomio, jamás se vio semejante apoteosis. Fue
el día en que Ricardo García “K-Hito”,
el director y fundador del “Dígame”,
añorado semanario de la época, le lanzó al ruedo su bloc de notas, que en
aquella ocasión no pudo tomar, de tan grande que era el entusiasmo, en el que
solo había escrita una palabra en letras grandes: “¡Monstruo!”.
K-Hito |
Todavía nos reservaba un gran goce el día
de San Pedro. Con Murubes, de doña Carmen de Federico, hicieron el paseíllo
Manolete, Manolo Martín Vázquez (hermano mayor de Pepín), Manuel Álvarez “El
Andaluz” y Antonio Bienvenida. Dos faenas inmensas, imborrables, pudimos
disfrutar aquel día. Una de Manolete, con corte de orejas y rabo, y otra,
profundísima, del “Andaluz”, lleno del dramatismo hondo de su toreo trianero
(¿porqué estando Triana y Sevilla, apenas separadas por un puente y un río, se
torea tan distinto en un sitio y en otro?. ¿Qué misterio es ese?), cortó
también los máximos trofeos y aquella faena es otra de las que están grabadas,
en oro, en mi memoria.
Andrés Salas Moreno.
octubre 2004
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